Hablar de adolescencia es hablar de cambios, de incertidumbre, de inestabilidad  emocional, de riesgo, de búsqueda y construcción de identidad proyectada en los iguales y de una visión acerca de las personas adultas diferente y ajena a ellos y ellas, pero también es hablar de conflictos, ya sea con iguales, con la familia y/o con sus figuras adultas de referencia…

Todo el mundo está expuesto a los conflictos ,y, especialmente en la adolescencia etapa de transformación y crecimiento hacia la madurez, la autonomía y la independencia, se presentan situaciones en la que la persona adolescente y joven debe enfrentarse a conflictos de distinta índole: personales, sociales o familiares. Estos conflictos se pueden generar por malestar, de no entendimiento o falta de acuerdo, de puntos de vista distintos, de intereses opuestos, e incluso provocados por conductas de riesgo (como pueden ser el consumo de sustancias, las “pantallas” o jugársela con los juegos de azar) o situaciones violentas.

Los conflictos forman parte de la vida misma y no tienen por qué ser ni buenos ni malos, si no que están ligados al día a día, a las propias vivencias, a los valores, actitudes y normas que cada persona tenga y que de alguna manera son necesarios y contribuyen al crecimiento personal. Otra cosa es, si se resuelven o no, y cómo y de qué manera, y ¡ahí está el quid de la cuestión!

Algunas de las personas adolescentes y jóvenes que llegan al Servicio de Prevención de Adicciones (PAD) ya sea por consumo de cannabis o alcohol, por pasar muchas horas frente a las “pantallas”, o por juego de azar y apuestas, refieren que uno de los motivos de su conducta es precisamente la búsqueda de evasión y refugio para no enfrentarse a los conflictos o problemas que se presentan en su vida, y así “escapar”, mirando para otro lado, posponiendo el momento de afrontarlos, evitando esforzarse en buscar soluciones o esperando que se resuelvan solos.

Por ello, es de vital importancia que, tanto desde nuestra figura como profesionales, como desde las personas adultas de referencia, podamos ayudar y enseñar a adolescentes y jóvenes, a gestionar, solucionar y resolver sus conflictos de forma adecuada, dotándoles de las mejores “herramientas” posibles. Permitiéndoles cuando los conflictos son con la familia o con otras figuras adultas que puedan participar de forma activa y negociada en las distintas cuestiones que les afecten.

Esto no significa que no deban tener límites. Se trata de buscar la resolución de conflictos negociada y pactada.

Conscientes de que los conflictos nos acompañarán a lo largo de nuestra vida, el primer paso y fundamental, es querer resolverlos. Debemos enseñarles que los conflictos no se resuelven solos, y que posponerlos, no querer hacerles frente, o buscar refugio por ejemplo en las adicciones, NO soluciona los conflictos, y, por el contrario, solo los acrecienta más e incluso pueden enquistarse. Añadiendo un nuevo conflicto o varios a la situación inicial.

Una vez que la persona adolescente/joven da el paso, debemos acompañarle en este proceso, y guiarle desde la negociación constructiva, para que la resolución sea satisfactoria y cumpla con las necesidades de ambas partes, fortaleciendo así sus relaciones y su propio crecimiento personal.

Para llegar a estos objetivos debemos empoderarles y dotarles de recursos y habilidades frente a los conflictos.

¿Cómo se hace? Te dejamos algunas pistas:

  • Mantén la calma. Para gestionar de forma adecuada un conflicto es necesario verlo con cierta distancia, desde un momento sereno y reflexionar sobre él.
  • Practica la escucha activa. Para llegar a solucionar un conflicto hay que escuchar lo que la otra persona está diciendo y que ella después pueda escuchar lo que tú tengas que decir.
  • Comunícate asertivamente. Expresa la situación, explica lo que tú piensas y lo que tú sientes, y después describe el cambio o comportamiento que te haría sentir mejor.
  • Analiza una a una las soluciones planteadas, escuchando las razones por las que se han planteado y argumentando a favor o en contra de dicha solución.
  • Busca la solución más beneficiosa. La solución que menos inconvenientes aporte será la más beneficiosa para todo el mundo.
  • Comprométete con la solución con convencimiento de que ésta y no otra, es la mejor solución posible.
  • ¡Es hora de ponerla en práctica!

 

Enseñar a adolescentes a manejar la resolución de conflictos, les ayudará a mejorar su habilidades sociales en cualquier entorno, así como su autoestima al sentirse capaces de mantener diálogos y conseguir acuerdos ante dificultades y servirá para prevenir futuros conflictos.

En una etapa donde no pueden valorar con suficiente madurez las consecuencias de una decisión u otra, donde la percepción de riesgo y el sentido crítico están en desarrollo, necesitan apoyo para aprender a resolver conflictos y reflexionar sobre las consecuencias directas que estos puedan ocasionar. Para ello, es importante que seamos referentes cercanos, que les dotemos de las herramientas necesarias y estemos a su disposición, que nos vivan como referentes accesibles que les acompañen en este camino sin que sientan que se les juzga o cuestiona.

Desde los Centros Educativos y entidades se trabaja y convive codo con codo con la adolescencia, se generan vínculos y se obtiene una gran cantidad de información de lo que les pasa en su día a día y de la importancia que les dan a los sucesos que les ocurren. Por ello, al igual que desde la familia, en el contexto educativo se puede realizar un trabajo con el alumnado, reservando espacios para la reflexión, para plantear determinados dilemas que hagan que sus adolescentes puedan discernir y desglosar todos los pros y los contras de elegir un camino u otro, desarrollándose así su sentido crítico, su inteligencia emocional y donde se les muestre que ¡no están solo/as en el camino de la adolescencia!.

Es importante que enseñemos a nuestros adolescentes a buscar alternativas ante el consumo o frente a las tic o en el juego de azar: aprendiendo a resolver sus conflictos mejorando la comunicación, favoreciendo un ocio saludable, potenciando amistades adecuadas, identificando el problema real de lo que les está pasando, pidiendo ayuda a las personas adultas que tienen en su entorno, y haciéndoles entender que refugiarse en las adicciones no es la solución, sólo aumentará los problemas.

¡Desde Servicio PAD podemos ayudaros!

 Llamadnos al 699 480 480 o mandadnos un mail a prevencionadicciones@madrid.es

 

Sara Romeral

Educadora Social del Servicio PAD

Rocío Rísquez

Coordinadora Equipo Educación Social Servicio PAD