¿Te preocupa algo y no sabes qué hacer?
¿CÓMO ABORDAR LA SITUACIÓN?
Descubrir que nuestro hijo/a consume puede generar preocupación, ansiedad, miedo o culpabilidad. Por ello, es importante tratar de controlar estas emociones y actuar. Siempre se debe buscar el momento adecuado, y nunca cuando esté bajos los efectos del consumo.
- Planifica el discurso, no improvises, ni te dejes llevar por las emociones.
- Escucha lo que dice, lo que piensa, como se siente…sin hacer críticas.
- Cuida el lenguaje no verbal, es importantísimo.
- Ofrécele otras alternativas: ocio, deporte, etc.
- Refuerza su desarrollo personal saludable.
- Deja tiempo para la reflexión y para que se produzcan cambios.
Se trata de un tema importante y, por ello, es necesario encontrar tanto el tiempo como el espacio idóneos donde podamos mantener una conversación tranquila (si intentamos hablar con ellos/ellas de camino al colegio, puede que la conversación quede sin terminar y no podamos argumentarles nuestro punto de vista), sin interrupciones (que pueden hacernos perder el hilo de la conversación) y en un espacio y momento adecuado (si intentamos hablar justo antes de que se vayan al cine con sus amigos/as, posiblemente su atención esté en otra cosa y no en lo que queremos transmitirle).
Igualmente, el clima en el que conversamos con nuestros hijos e hijas influye en cómo reciben y transmitimos la información.


Aunque pasamos muchos ratos con nuestros hijos/as, no todos son adecuados para hablar sobre sustancias y consumos.
No respeta las normas, ¿qué podemos hacer?
El respeto por las normas y límites es esencial en el desarrollo y la convivencia. Este aprendizaje debe iniciarse en la infancia. A veces, a pesar de la educación, en nuestros hijos e hijas encontramos rebeldía e incumplimiento de normas, que puede deberse al propio proceso adolescente o a otros factores, que debemos tener en cuenta.
¿CÓMO ABORDAR LA SITUACIÓN?
El respeto en general y a las nomas es esencial en el desarrollo de nuestros hijos e hijas, tanto en sus capacidades personales (asumir responsabilidades y tomar decisiones que les permitan afrontar los retos de la vida), como sociales (relacionarse con los demás de forma adecuada y convivir en armonía).
- MANTENER LA CALMA
Gritar, perder los nervios o entrar en descalificaciones o insultos, no soluciona nada. Y puede, en cambio, agravar el problema.
- ESCUCHARLOS
Sus sentimientos, opiniones y el por qué de su discrepancia con las normas. A veces, simplemente el no sentirse escuchado o tenido en cuenta, motiva esta rebeldía.
- AVERIGUAR QUÉ FACTORES INFLUYEN EN ESA ACTITUD
A veces, puede ser parte del propio proceso adolescente que los lleva a la necesidad de tener el control, de reafirmarse y de encontrar su identidad oponiéndose a los demás. Pero puede deberse a otros factores como:
- Influencia del entorno.
- Problemas emocionales, de convivencia o adicciones.
- Errores en el manejo de las normas por parte de los progenitores.
- REVISAR NUESTRAS PAUTAS DE ACTUACIÓN
Que no favorecen que las normas se interioricen y se cumplan, porque:
- No son coherentes.
- No están consensuadas entre los progenitores.
- No hay espacio para la negociación.
- Son excesivas.
- No están adaptadas a la edad, la capacidad de compromiso y cumplimiento de las mismas.
- No se valoran los logros, esto puede hacer que no merezca la pena el esfuerzo.
- No están claras: ni las normas, ni las consecuencias de su incumplimiento.
- Son arbitrarias.
- Cambian demasiado.
- No se predica con el ejemplo.
- Hay incompatibilidad entre marcar normas y ser afectivo.


Debemos ser afectivos y dialogantes, pero firmes. Hay normas inamovibles y normas negociables. El incumplimiento tiene consecuencias, aunque estas deben estar adaptadas a la edad y a la falta. Debemos valorar el cumplimiento de normas y responsabilidades, valorando este esfuerzo y dotándoles de mayor autonomía.
¿Cómo favorecer la autonomía de los hijos e hijas?
¿CÓMO ABORDAR LA SITUACIÓN?
Es necesario encontrar un punto intermedio, para que tengan suficiente libertad para crecer, pero que estén protegidos/as de los riesgos y se sientan apoyados/as y formando parte de la unidad familiar.
1. HAY QUE IR POCO A POCO
Es un proceso que se inicia en la infancia y debe ser progresivo. Poco a poco, debemos dejar que asuman responsabilidades adecuadas a su edad y tomando sus propias decisiones. Por supuesto, con nuestra supervisión.
2. DEBEMOS DEPOSITAR CONFIANZA EN ELLOS/AS
No todas las personas maduran al mismo tiempo. Nosotros como padres/madres, sabemos cómo funcionan nuestros hijos/as. Y siendo realistas, valorando lo que de verdad existe, no lo que nos gustaría o lo que pensamos que debería de ser. Debemos tener esto en cuenta, para permitirles o no hacer ciertas cosas.
3. DEBEMOS DEPOSITAR CONFIANZA EN ELLOS/AS
Esto es fundamental para que nuestros hijos e hijas tengan confianza en sí mismos. Pero no es gratuita, deben saber que la confianza hay que ganársela.
4. USAR LA NEGOCIACIÓN
Hay un mensaje que hay que dejar claro y es que la autonomía, no llega por sí sola, la irán conquistando a medida que cumplan con los compromisos adquiridos.
5. SER CLAROS Y CONCISOS
Y así evitaremos malentendidos y confusiones.
6. SER FIRMES Y CONSECUENTES.
Si somos unas veces sí y otras no, generamos confusión e incumplimiento.
7. ELEGIR LAS PRIORIDADES
Y permitir y asumir responsabilidades o tomar decisiones sobre temas que estén adaptados a su edad y posibilidades.
8. EXPLICAR EL SENTIDO ÚLTIMO DE LA NORMAS
No solo las de casa, sino las universales. No son caprichos son necesarias, para que exista un orden, para preservar las libertades de todos y para evitar riesgos.
9. GUIARLOS Y APOYARLOS
No controlarlos, esto no sería efectivo y genera desconfianza y distancia.
Estamos perdiendo a nuestro hijo/a
La convivencia con las personas adolescentes puede volverse difícil: están más nerviosas, contestan por todo, tienen altibajos de humor, están irritables, no atienden, etc.
Y es posible que como padres/madres sintamos que los estamos perdiendo o que nos encontramos cada día más lejos. Esto puede tener que ver con el propio proceso de la persona adolescente: viven cambios físicos y psicológicos muy importantes, que desestabilizan mucho, sobre todo a nivel emocional y cognitivo. Además, sus amigos/as son el centro de su mundo ahora, y la familia, pasa a un segundo plano. Y esto nos desconcierta.
¿CÓMO ABORDAR LA SITUACIÓN?
- Favorecer una buena relación padres e hijos.
- Saber cómo reaccionar ante sus emociones y peticiones.
- Favorecer un desarrollo saludable.
Autocontrol: Es la capacidad de controlar tus apetencias y de dirigir tu conducta y tus emociones en función de los objetivos marcados. Que va desde reprimir un grito que te apetecería dar, a cumplir con la disciplina de entrenar un deporte, por ejemplo. ¿Cómo favorecerlo? Enseñando a nuestros hijos/as a:
- Cumplir norma.
- A espera.
- A que las cosas no son siempre como uno quiere.
- Diciendo no, cuando es necesario.
- Enseñándoles las consecuencias de las cosas.
- Enseñándoles el valor del esfuerzo.
Autoestima: Es el concepto que tenemos de nosotros mismos. El tener una autoestima alta o baja, depende de los logros que alcancemos, del reconocimiento y la aceptación de los demás y de cómo nos vemos y como nos tratamos a nosotros mismos.
- Demostrándoles afecto.
- Resaltando las cualidades y la singularidad de cada uno como algo.
- Valorando sus logros por pequeños que sean.
- Escuchándolos y teniéndolos en cuenta.
- Ajustar las expectativas y las exigencias a sus posibilidades reales.
Manejo de las emociones: Consiste en aceptar las emociones negativas y disfrutar y compartir las positivas. Además de ser capaces de reconocer nuestras emociones y manejarnos con ellas. ¿Cómo favorecerlo? Enseñándoles:
- A identificarlas.
- Que las emociones forman parte de la vida y que no hay que evitarlas sino manejarlas.
- Cuando son negativas no se deben buscar “soluciones mágicas” como el consumo de drogas, sino neutralizarlas encontrando “válvulas de escape”.
Empatía: Es la capacidad de ponernos en la piel de los demás y tratar de ver, entender y sentir las cosas como ellos lo harían. Es importante enseñarles a desarrollarla. Y siempre, predicar con el ejemplo.
- Y quererlos y hacerlos sentirse queridos.