Como referente afectivo y guía educativa que es, la familia juega un papel fundamental en la prevención de las adicciones y en el desarrollo saludable de menores y adolescentes. Por supuesto que amamos a nuestras hijas y a nuestros hijos, pero la cuestión es si somos capaces de trasmitir ese sentimiento y conseguir que el mensaje llegue con claridad. Pensemos además que en la familia recae la obligación de educar en valores y de reglas de conducta.
Por otro lado, al crecer física y psicológicamente, niños y niñas van dejando atrás la infancia para adentrarse de lleno en la convulsa adolescencia, una etapa caracterizada por muchos y vitales cambios que pueden conllevar actitudes de rebeldía, enfrentamientos y conflictos. La forja de la propia identidad adolescente se contrapone a los adultos de referencia como expresión de esa identidad emergente.
Claro que también es una etapa llena de aspectos positivos, como el amplio abanico de oportunidades y aprendizajes que se despliega ante sus ojos. Se topan con nuevas formas de entender el mundo y de relacionarse con él. Todas estas nuevas piezas se van incorporando sobre la base que ya tienen y que han ido adquiriendo previamente. Todo ello conforma los cimientos que les permiten madurar, elaborar sus propios criterios, habilidades y comportamientos, y su filosofía ante la vida.
Es un camino que conduce a la edad adulta, a veces intrincado por las tensiones y desencuentros que se acumulan en el día a día. Y entonces surgen las frustraciones, la ira y la angustia al darnos cuenta de que nuestros vástagos hacen oídos sordos anuestros consejos o realizan conductas de riesgo. Nuestra atención se focaliza sólo en lo negativo, pasando de una discusión a la siguiente, sin apenas tiempo para valorar lo positivo que está sucediendo a la vez.
¿Qué podemos hacer?
Os ofrecemos a continuación, muy resumidas, algunas recomendaciones:
- Mantén abiertas las vías de comunicación.
- Habla y dialoga con ellos y ellas.
- Sobre todo escucha, no solamente de manera pasiva, sino con interés y sin prejuicios.
- Ofréceles tu ayuda y apoyo incondicionales.
- Reflexiona sobre los mensajes que lanzas y no te precipites. Cuidado con herir, con minar su autoestima o cerrar los canales de comunicación.
- Justificar y consentir todo no es ninguna solución. Tampoco lo es el extremo contrario, como criticarles por todo y/o ponerles castigos desproporcionados.
- No te sitúes enfrente, quédate a su lado, presente atento/a y disponible.
La adolescencia es una etapa caracterizada por la posible aparición de situaciones conflictivas. Si somos capaces, como referentes adultos, de equilibrar los mensajes positivos que lanzamos y enseñar valores a hijas e hijos, podremos aprovechar esta etapa vital para ayudarles a madurar, a lidiar con sus emociones y a convertirse en personas adultas equilibradas y felices. Es de lo que se trata.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
¡Llámanos! 699 480 480
César Gil
Psicólogo y Coordinador del Servicio PAD