Quiero compartir la consulta que hace unos días me planteaba una madre en el Servicio de Orientación Familiar (SOF), y lo hago porque invita a una reflexión muy interesante.
Me comentaba M., de 36 años, que desde el nacimiento de sus hijas, de 5 y 7 años, tanto su pareja como ella tuvieron claro el cambio tan considerable y elegido que habían experimentado sus vidas, y por el que se sentían inmensamente felices. Como ejemplo, contaba que ella, que antes de ser madre era una persona muy rigurosa respecto al orden, a los horarios y a que cada cosa estuviera en su sitio, había pasado a encontrarse de lo más cómoda en los espacios comunes de su domicilio llenos ahora de juguetes, de pegatinas en los espejos del baño, de dibujos de sus hijas por todas partes.
Mantiene con su pareja puntos de vista similares respecto al modelo educativo, con un reto fundamental por el que luchan cada día: que sus hijas sean felices.
Desde que estaban esperando a la mayor, y por aquello de ser progenitores primerizos, se habían preocupado por leer, hacer cursos de educación infantil, visionar un montón de videos, etcétera. El principal objetivo en la infancia de sus hijas es la salud, y por ello la pareja es muy rigurosa y delicada en cuanto a su alimentación, sueño, actividad física y con todo. Desde que sus hijas nacieron, tienen muy claro que no quiere que estén en espacios con gente fumando ni en ambientes de consumo de alcohol.
Situaciones incómodas
Me plantea sus dudas sobre si es una histérica y está exagerando, ya que le está causando situaciones incómodas, incluso con su gente más cercana, que parece no entender esta protección sobre la salud de sus pequeñas.
Me pide que le ayude a explicar a sus amistades, a su círculo de siempre, por qué no deben consumir cannabis delante de sus hijas, por qué a ella, su madre, sí le importa y le debe importar, y además considera que sus hijas sí se enteran, y que por supuesto ellos/ellas saben y deberían entender que igual que hay espacios y fiestas de y para adultos/as, donde niños y niñas no tienen que estar, si yo celebro una fiesta infantil para mi hija, es del todo normal que no permita que se fume o se beba alcohol.
Abro el diálogo en mi propio entorno de amistades y contrasto que, efectivamente, respetamos poco los ambientes de y para niños/as, que en fiestas escolares de primaria hay quien critica que no haya un grifo de cerveza o algo de alcohol para los progenitores.
Mantenerse firmes
Desde el Servicio de Orientación Familiar apoyamos y aplaudimos el ejemplo de M. y los modelos educativos guiados por la felicidad de niños y niñas, que incluye procurarles una vida lo más saludable posible. De la misma manera que nos preocupamos por sus horas de sueño, su dieta, su actividad deportiva, debemos procurarles entornos y ambientes libres de humo y de conductas que causan daño a la salud, como es el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas. En cuanto a si se enteran o no, niños y niñas son mucho más perspicaces de lo que nos interesa creer.
Aplaudimos, pues, el mantenernos firmes en la protección de la salud de los y las menores, sin dejarnos llevar por el qué dirán o por condicionamientos externos. Al fin y al cabo, el objetivo es que nuestra prole crezca y se desarrolle feliz.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
¡Llámanos! 699 480 480
María Casado
Psicóloga y Orientadora Familiar de Servicio PAD