Los medios o redes sociales son agentes de socialización en los que, durante la adolescencia, podemos encontrar modelos de conducta y especialmente, las conductas relacionadas con el consumo de alcohol y/u otras drogas, que pueden tener un profundo impacto en esta etapa e influir en las decisiones que toman respecto a ellas.

 

En muchas ocasiones estos modelos de conducta pueden representar actitudes y consecuencias poco realistas y alejadas de una información veraz. Por ejemplo, se pueden observar escenas en las que se consume alcohol de manera abusiva o en situaciones inapropiadas sin que se reflejen sus consecuencias negativas. También se puede representar el consumo de ciertas sustancias como algo prestigioso, creando la falsa creencia de que el rol de consumidor se asocia con un nivel socioeconómico alto. Se puede representar a personas bajo los efectos de sustancias como más atractivas o teniendo una vida social más exitosa. 

 

Otras representaciones del consumo son las que vemos en los medios de comunicación o contenidos audiovisuales y que pueden influir en las actitudes de las personas adolescentes frente al mismo, son aquellas en las que los escenarios en los que se consume son notablemente más divertidos y sugerentes para sus protagonistas.

 

También se puede observar en algunos contenidos, una exageración de la prevalencia del consumo en la vida diaria. Podemos encontrar series actuales dirigidas a adolescentes donde alumnado de educación secundaria y bachillerato bebe alcohol a diario, sale de fiesta entre semana y consume todo tipo de drogas. 

Este tipo de contenido puede mandar un mensaje que choca con el de las campañas de prevención e incluso con las vivencias de la persona adolescente o lo que han observado en su entorno cercano.

Esta distancia entre lo que se representa en los medios y lo que se recibe desde las familias, centros educativos y experiencias personales puede influir de distintas formas.

Por un lado, el hecho de normalizar conductas de riesgo asociadas al consumo, puede quitar peso a las consecuencias negativas del mismo. Esas de las que a menudo se informa a modo de prevención. Por ejemplo, puede que le hayan dicho que los porros dificultan la maduración de su cerebro y enlentecen sus funciones cerebrales; pero a la vez está viendo en los medios que lo normal es que la gente de su edad los fume y además que, fumarlos es divertido y prestigioso. 

Por otro lado, puede ocurrir que no se identifiquen con la imagen que se muestra de la adolescencia en los medios y a pesar de que esto podría parecer positivo, se corre el riesgo de que tampoco se identifiquen con las personas jóvenes a las que van dirigidas las campañas preventivas y se corre el riesgo de generar una sensación de que este contenido está dirigido a otro colectivo de jóvenes, y no asocien los riesgos de su consumo. 

En conclusión, la representación mediática del consumo en la adolescencia es contradictoria, y esto hace que la prevención de conductas de riesgo a través de medios audiovisuales durante esta etapa vital sea menos eficaz. 

Una forma de paliar este efecto negativo de la representación del consumo adolescente en los medios puede ser educar en el pensamiento crítico: hablar sin rodeos sobre el tema e invitar a la reflexión; reforzar la autonomía en la toma de decisiones: saber decir “no”, construir un criterio propio y razonable; y educar en materia de emociones y salud mental.

 

 Adela Villaseca Herranz

Orientadora Familiar del Servicio PAD