Un día, las apuestas deportivas entraron en su vida y poco a poco lo fueron ocupando todo.
«Alex siempre fue una persona llena de curiosidad y energía. Le encantaba salir, practicar deportes ir a conciertos, dibujar, cantar y compartir tiempo con la familia. Pero un día, las apuestas deportivas entraron en su vida y poco a poco lo fueron ocupando todo.
Al principio, solo apostaba pequeñas cantidades en partidos importantes, más como un juego entre amistades que como algo serio. Se emocionaba con cada acierto y celebraba sus pequeñas ganancias. Pero con el tiempo, el juego dejó de ser un simple entretenimiento. Cada partido se convirtió en una oportunidad de ganar más, de recuperar lo perdido, de intentarlo otra vez. Empezó a apostar cada vez más, incluso en competiciones que no conocía bien.
Los sitios web de apuestas online estaban al alcance de su mano, disponibles a cualquier hora. Comenzó a seguir páginas de pronósticos, ver estrategias y convencerse de que, si jugaba con inteligencia, ganaría. Pero la “suerte” es caprichosa y, cuando perdió una cantidad importante, no pudo detenerse. Pensaba que con una apuesta más podría recuperar todo. Y así, sin darse cuenta, entró en una espiral peligrosa.
Las apuestas no solo consumieron su dinero, sino también su tiempo y le restaron a su vida. Se distanció de sus amistades. En casa, dejó de compartir con la familia en las comidas y se encerraba en su habitación con el móvil en la mano. Las notas empezaron a bajar. No dormía bien, vivía con ansiedad, pendiente de los resultados de cada partido.
Hasta que un día, la realidad le/la golpeó. Me buscó en la cocina, titubeante, con los ojos enrojecidos y las manos temblorosas. Se sentó a mi lado y, después de un largo silencio, dijo en voz baja: Mamá, no puedo más. No sé cómo salir de esto.
Ese fue el primer paso. Dolió, y mucho, pero entendí que no podía salir solo/a de ese mundo que le había atrapado con falsas promesas de dinero fácil. Lo apoyé, buscamos ayuda profesional y le acompañé en este proceso. Fue un proceso difícil, pero poco a poco volvió a retomar su vida. Recuperó su interés en el deporte, en la familia, en sus amistades. Aprendió que la emoción de un partido no debería depender de una apuesta, sino por su pasión por el deporte y la compañía de quienes te rodean.
Los riesgos son enormes. Las deudas, la ansiedad, la pérdida de relaciones y el daño emocional son consecuencias reales.
No puedo negar que las apuestas deportivas pueden parecer inofensivas al principio. Están en todas partes: en anuncios, en redes sociales, … Pero los riesgos son enormes. Las deudas, la ansiedad, la pérdida de relaciones y el daño emocional son consecuencias reales.
Como familia, aprendí que es fundamental hablar abiertamente sobre estos temas con nuestro/as hijo/as. Debemos informarles y educarles sobre los riesgos, establecer límites y prestar atención a cualquier señal de alerta. La normalización de las apuestas es un problema grave, y muchas familias no se dan cuenta del peligro hasta que ya puede ser tarde.»
Si notas que alguien de tu familia se está perdiendo en el juego de azar y/o las apuestas, busca ayuda profesional y acompáñale hacia el cambio. ¿Hablamos?
Llámanos al 699 480 480 o, si lo prefieres, escríbenos a prevencionadicciones@madrid.es
Rocío Rísquez Delgado
Coordinadora de Educación Social del Servicio PAD