Hay una clave que debemos tener en cuenta al abordar la temática ‘adolescente’: no hay recetas homogéneas y mágicas para educar a lo/as hijo/as. Cada miembro de la familia es único, y cada familia tiene unas características que la diferencian de otras. Así, en familias con varios hija/os se evidencia que est@s evolucionan de manera diferente (gustos, carácter…) aunque su educación haya sido ‘parecida’. Pero, en todo caso, sí hay estrategias que nos orientan y que favorecen que desde la familia se generen factores de protección para que ésta evolucione de forma saludable.
Como miembro de una familia es fundamental cuidar y trabajar, entre otros muchos aspectos, la comunicación, que funciona como un factor de protección, y que, efectivamente, es frecuente que se resienta en la etapa adolescente de los hijos/as. Quién no ha escuchado eso de “es imposible hablar con él/ella”, “parece que molesto cuando hablo”, “ya no cuenta nada, se encierra en su habitación, como si no estuviera en casa”…
Como ya hemos advertido no hay recetas infalibles, y lo que nos sirve con un@s no tiene por qué ser tan efectivo con otr@s. Pero hay pautas que nos pueden orientar para que la comunicación sea más efectiva.
La comunicación se define, en pocas palabras, como la transmisión de un mensaje entre un emisor y un receptor a través de un canal de comunicación y dentro de un contexto determinado. Dado que estamos ante un nuevo periodo en la evolución de nuestr@s hij@s y de nuestra familia, os proponemos hacer una pequeña revisión a esta definición para adaptarla a los nuevos tiempos. Aunque podríamos valorar muchos aspectos relacionados con la mejora de la comunicación en casa, un repaso a estos cuatro puntos básicos es un buen comienzo:
1.- Tener claro el mensaje que queremos transmitir. Hay días que no damos más de sí. Llevamos mucha carga como padres y madres y es difícil no mezclar informaciones. Aún así, es positivo reflexionar previamente qué mensaje queremos transmitir para evitar malos entendidos que generen conflictos. Por otra parte, durante la adolescencia, nuestro/as hij@s están aprendiendo otras formas de comunicar y reciben mucha información nueva que necesitan procesar (experiencias, conocimientos, amigos, cambios….), y de ahí que en ocasiones no sepan qué les pasa y menos aún cómo transmitirlo. Ayudarles a definir el mensaje que tratan de transmitirnos puede facilitar el proceso.
2.- Centrar la atención en el mensaje. A veces, en la comunicamos con nuestros hij@s o ell@s hay una de las partes que no está atenta a la conversación, y así es difícil que se entienda el mensaje o que éste quede claro. Debemos procurar centrar la atención en el mensaje y no en otros aspectos que puedan distraernos. El emisor y el receptor deben estar al 100% en el proceso de transmisión y recepción del mensaje, si no éste puede tergiversarse o perderse.
3.- El canal también es importante. Elegir un buen canal de comunicación influye a la hora de la mejor comprensión del mensaje y del efecto que éste tiene en el receptor.
4.- En el momento y lugar adecuado. Elegiremos el lugar y momento más apropiado en función del tipo de información que vayamos a transmitir. Por las prisas y las muchas ocupaciones, intentamos aprovechar cualquier espacio o momento para abordar cuestiones de calado. Por supuesto que cualquier momento es bueno para charlar con ello/as, pero hay determinados mensajes que por su importancia merecen un espacio tranquilo y sin distracciones.
Os proponemos el ejercicio de valorar si todos los componentes de la comunicación estaban funcionando correctamente cuando tuvisteis la última conversación con vuestr@ hij@, y a partir de ahí, poned en marcha estas pautas. A buen seguro, la comunicación funcionará mejor.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
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María Bejarano
Psicóloga y Orientadora Familiar
Servicio de Prevención de Adicciones