¿Recordáis los parques infantiles? Los de toda la vida, con toboganes, columpios, laberintos… Al pensar en estos espacios es fácil que nuestra memoria evoque momentos que pasamos cuando llevábamos allí a nuestros/as hijos/as. ¿Os acordáis?
El primer día en el parque seguro que no fue porque os lo pidiera. Ni siquiera hablaba y ni caminaba. Pero qué ilusión nos hacía que jugara con otras/os niñas/os y se familiarizara con los juegos. Les ayudábamos al principio a columpiarse, a deslizarse por el tobogán, a hacer equilibrios y a escalar.
Crecieron y aprendieron a andar… Y también creció la curiosidad y necesidad de investigar por sí mimos todos esos artilugios del parque. Pero seguían sin saber utilizarlos sin ayuda, así que, casi de manera innata (nadie nos dijo cómo hacerlo), les íbamos explicando cómo subir, cómo bajar y cómo explorar, estando siempre muy cerca, ya que nuestro objetivo era que aprendieran y desarrollaran habilidades, sin poner en riesgo su seguridad.
Tras muchos meses de parque, muchas subidas y bajadas al columpio, tobogán, balancines, de correr, sentimos que eran capaces de hacerlo sin ayuda. Es entonces cuando los y las animábamos: “¡venga, inténtalo tú solo/a, que puedes!” y aplaudíamos todos los pequeños logros. Ya no estábamos encima e íbamos progresivamente tomando distancia. Es el momento de las primeras caídas, de consolar, abrazar, curar y ayudar a que la próxima vez “sepamos cómo hacerlo para no dañarnos”.
El parque pasa a ser un espacio conocido. Ahora dominan todos sus espacios y juegos, por lo que nos sentimos con confianza para “alejarnos un poco más”. Pasamos del acompañar al supervisar. Nuestras hijas e hijos se han hecho amiguitos de parque y nosotros seguramente también. Esta confianza de años y de comprobar de cerca cómo han aprendido a manejarse nos permite salir fuera de la valla del parque. “Peque, voy a estar aquí cerca, cuando necesites algo vienes, ¿vale? Les permitimos relacionarse solos, pero bajo supervisión, y les aportamos la confianza de poder acudir a nosotros o nosotras si les ocurre algo, o quieran, o se cansen, o lo que sea. Allí estamos. Ésta suele ser la fase más duradera, ya que los siguientes pasos requieren mucha responsabilidad, así que les damos todo el tiempo que necesitan hasta que valoramos que están preparadas/os para pasar al siguiente nivel.
Ya va sola o solo al parque. Por supuesto que este momento depende de muchísimas variables y además existe también gran variedad de pasos intermedios que nos permiten hacer un acercamiento paulatino. Primero me marcho un rato mientras está en el parque, luego le acompaño y le recojo, luego va solo/a y te recojo y, finalmente: “¡mama/papá, me voy al parque! ¡Está bien, disfruta!
Internet: un gigantesco parque. Con esta evocadora introducción quiero indicar que acompañar a nuestras/os hijas/os para que usen de forma responsable las nuevas tecnologías no dista mucho –en algunos aspectos– de cómo lo hicimos no hace tanto en los parques infantiles. Ambos entrañan peligros que deben conocer, ambos requieren supervisión de personas adultas hasta que hayan adquirido las habilidades necesarias, y lo puedan demostrar, ambos contienen espacios divertidos y positivos de ocio individual y familiar.
Así, al igual que hicimos en la etapa del parque infantil es importante valorar qué es Internet y qué amenazas y beneficios proporciona, sin olvidar que es la puerta de acceso a un “parque gigante”. Valorar de manera constante en qué momento se encuentra nuestra/o hija/o, sus dificultades y habilidades adquiridas en el uso de las nuevas tecnologías es fundamental.
Como ocurrió en el parque llegará el momento en que vayan y vengan solos/as en el uso de nuevas tecnologías porque, bajo nuestra supervisión, acompañamiento y ayuda, han crecido, han practicado y han demostrado tener habilidades que les ayuden a utilizarlo.
Y por supuesto, como en el parque, siempre puede surgir un mal momento en el que necesiten contar, y contarán, con nosotras y nosotros para consolar, abrazar, curar, y ayudar a que la próxima vez “sepamos cómo hacerlo para no dañarnos”.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
¡Llámanos! 699 480 480
Maria Bejarano
Psicóloga y Orientadora Familiar de Servicio PAD