Hoy, martes 15 de noviembre, celebramos el Día Mundial Sin Alcohol, una efeméride que nos invita a reflexionar sobre lo que supone el consumo de bebidas alcohólicas en nuestra sociedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que “la mayoría de los jóvenes goza de buena salud, pero la mortalidad y la morbilidad entre los adolescentes siguen siendo elevadas. Las enfermedades pueden afectar a la capacidad de los adolescentes para crecer y desarrollarse plenamente. El consumo de alcohol o tabaco, la falta de actividad física, las relaciones sexuales sin protección y/o la exposición a la violencia pueden poner en peligro no solo su salud actual, sino también la de años posteriores.”
Sabemos que las causas de enfermar y morir a nivel global están cada vez más relacionadas con el estilo de vida y cada vez menos con las enfermedades infecciosas, aunque, por supuesto, no se deja de insistir en el correcto abordaje de las mismas (está en juego la vida de muchas personas, sobre todo la de los habitantes de los países más pobres). Por ello, el interés de quienes nos dedicamos a la salud pública tiende a fijarse en promocionar estilos de vida saludables. En todo el mundo, sin distinción entre países periféricos y centrales, los hábitos saludables son los que aumentarán nuestro bienestar y nuestra esperanza de vida.
El reto de la OMS es reducir el efecto nocivo del alcohol en, al menos, un 10% antes de 2025, postulando una adecuada “política de precios, la reducción de la disponibilidad y la comercialización, las intervenciones individuales, aunque son más costosas de aplicar que las medidas referentes a la población en general, las medidas para combatir la conducción de vehículos bajo los efectos del alcohol (…/…), y establecer límites de edad para la venta de bebidas alcohólicas.”
En España, el Plan Nacional sobre Drogas realiza desde 1994 una encuesta bianual para conocer la situación y las tendencias del consumo de drogas del alumnado de entre 14 y 18 años. Sabemos desde entonces que siete de cada diez adolescentes en España beben alcohol una vez al mes. La realidad que reflejan las cifras indica que tenemos mucho trabajo por hacer.
Reducir el uso nocivo del alcohol no es solo un objetivo de la OMS. Además de ser una de las metas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, es también el horizonte que debemos perseguir para nuestras hijas e hijos adolescentes. Tendremos en contra a quienes piensan que no se pueden poner límites al consumo en una sociedad basada precisamente en el consumismo, pero, sea como sea, tiene que haber un límite: salud y el bienestar de la ciudadanía, especialmente de los más vulnerables, que en el caso del alcohol son los adolescentes y jóvenes.
Podríamos pensar que, en sentido estricto, un día sin alcohol no es mucho. De hecho, veinticuatro horas sin beber no provocaría un ‘delirium tremens’ a un alcohólico, y como, además, el 15 de noviembre este año ha caído en martes, tampoco habrá muchos ‘botellones’ ni fiestas en la que ‘tomar’, pero es una oportunidad para repensar nuestra actitud frente al consumo nocivo de alcohol, tal y como nos propone la ONU.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
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Carlos Mora
Asesor Técnico del Departamento de
Prevención de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid