Hoy en día se habla mucho de “drogas emergentes”. ¿Pero qué significa eso exactamente?

Básicamente, son nuevas sustancias psicoactivas (o formas nuevas de consumir las de siempre) que aparecen en fiestas, redes sociales, aplicaciones de mensajería y entornos juveniles. A veces se venden como “inofensivas”, “legales” o “más suaves” que las drogas clásicas. Sin embargo, lo cierto es que estos productos pueden alterar la mente y el cuerpo de maneras que no siempre se comprenden bien, lo que aumenta los riesgos. Además, muchas de estas sustancias no están reguladas, lo que dificulta aún más su control y diagnóstico en caso de intoxicación

¿Cuáles son esas drogas emergentes?

Las listas cambian rápido, pero algunos ejemplos que están ganando terreno (o reapareciendo con otro nombre) son:

  • Sales de baño y cannabinoides sintéticos: se presentan como “alternativa legal” a la marihuana, pero tienen efectos impredecibles y muy potentes.
  • Popper y nitritos: se inhalan para “potenciar la fiesta” y pueden tener riesgos cardíacos y respiratorios.
  • Pastillas de diseño: drogas sintéticas como MDMA, éxtasis o nuevas versiones mezcladas con otras sustancias, difíciles de identificar.
  • Vapeadores con THC o mezclas: se venden como inocuos, pero muchas veces incluyen dosis altas de sustancias psicoactivas.
  • Microdosis de psicodélicos: se habla de “microdosis” de LSD u hongos como algo “terapéutico” o “creativo”, pero en menores de edad esto es totalmente inseguro, ilegal y peligroso.
  • Medicamentos sin control: ansiolíticos o jarabes para la tos combinados con alcohol (famoso “lean”) para conseguir efectos sedantes.
  • Gas de la risa: También conocido como óxido nitroso, esta sustancia se ha popularizado en entornos de fiesta.
  • Cloretilo (cloruro de etilo): anestésico en spray usado como inhalante recreativo por su efecto eufórico breve, pero su uso indebido puede causar daños neurológicos, arritmias y hasta muerte súbita. Especialmente peligrosa entre jóvenes por su fácil acceso y falsa sensación de seguridad.

Y la lista sigue…

Cada cierto tiempo surge una nueva moda: un polvo, una pastilla, una gota, una mezcla “innovadora” que se comparte en redes o se consigue por mensajería en un clic.

¿Qué tienen en común estas drogas?

  • Son impredecibles: muchas veces no se sabe bien qué contienen. Un polvo “inofensivo” puede llevar sustancias mezcladas que potencian el riesgo de sobredosis.
  • Se consumen sin información real: se confía en lo que dice un amigo o un influencer, pero no hay garantías de pureza ni control.
  • Se asocian con fiestas y ocio: la mayoría se ofrecen como forma de “pasarlo mejor”, “aguantar más” o “desinhibirse”. Eso engancha especialmente a los más jóvenes, que buscan experimentar.
  • Dan una falsa sensación de control: se presentan como algo puntual, “sólo esta vez”, pero algunas tienen alto potencial adictivo.
  • Pueden tener efectos graves a corto y largo plazo: sobredosis, intoxicaciones, brotes psicóticos, daños cerebrales, adicción… Y todo eso en una etapa de desarrollo clave
  • Fácil acceso y bajo coste: Muchas se consiguen por internet, redes sociales o incluso en farmacias sin receta, lo que las hace más accesibles para adolescentes. Algunas se venden a bajo precio o en presentaciones llamativas (gomitas, caramelos, goteros), lo que baja la barrera de entrada.

¿Qué hace tan vulnerables a adolescentes y jóvenes?

Porque en esta etapa la curiosidad, la presión de grupo y la búsqueda de nuevas experiencias están a flor de piel. Además, el cerebro adolescente todavía está en construcción, especialmente la parte que regula la toma de decisiones y evalúa riesgos. Por eso, aunque una sustancia parezca “light”, su impacto puede ser mucho más fuerte y dejar huellas a largo plazo.

La clave no está solo en la sustancia

Hoy es una pastilla, mañana puede ser un vapeador nuevo, pasado una bebida mezclada rara.
Pero el verdadero escudo no es conocer todas las drogas que existen, porque siempre aparecerá otra. El verdadero escudo es la información, la conciencia y la prevención.

Saber decir NO sin miedo, tener claro que tu libertad y tu salud no se negocian por un rato de “diversión” ni por encajar en un grupo. Rodearte de gente que te respeta, que no necesita que te pongas en riesgo para pasarla bien. Y pedir ayuda si ves que alguien cercano se está metiendo en algo que no sabe manejar.

¿Qué puedes hacer tú?

  • Infórmate de fuentes fiables: no creas todo lo que ves en redes. Contrasta.
  • Habla sin miedo: comparte tus dudas con personas adultas de confianza, educadores, técnicos en prevención.
  • Practica tus habilidades para la vida: autoconocimiento, gestión emocional, pensamiento crítico… son tu mejor protección.
  • Rodéate bien: los buenos amigos no te empujan a probar nada que no quieras.
  • Recuerda que no pasa nada por no probar: tu valor no se mide por “todo lo que aguantas”, sino por todo lo que cuidas.

 

La prevención siempre gana

Ninguna droga, vieja o nueva, vale más que tu tiempo, tu salud o tus sueños. La prevención no es asustarte: es darte herramientas para que decidas por ti mismo con información y cabeza. Y si alguna vez sientes presión, dudas o miedo de no saber cómo parar, busca ayuda profesional: existen recursos, técnicos y centros especializados para orientarte sin juzgarte

Llámanos al 699 480 480 o si lo prefieres prevencionadicciones@madrid.es

 

Elena Amago

Educadora Social del Servicio PAD