La adolescencia es una etapa de la vida compleja, donde se deja atrás la infancia y se continúa desarrollándose hasta alcanzar la edad adulta, son unos años complejos, que coinciden con el esfuerzo que requiere la Enseñanza Secundaria o FP, y donde se demanda una creciente autonomía e intimidad.

Quizá lo más evidente en la adolescencia sean los cambios físicos, pero también cambia la manera en que los y las adolescentes se relacionan entre ellos/as y con las personas adultas. Cambios en la imagen, los gustos y preferencias, opiniones…rebeldía ante lo normativo son indiciadores de que se está madurando, se está construyendo al adulto/a que será en el futuro.  Pero todavía no son personas adultas, todavía necesitan supervisión y cuidados, pero de una forma diferente a cuando estaban en la infancia.

De la mano de los cambios físicos, van los cambios emocionales y sexuales, la orientación del deseo se entiende como una atracción o un interés de carácter sexual que durante la infancia no se tiene (porque es en la adolescencia cuando se activan los sistemas endocrinos responsables) y que lleva al adolescente a sentir, pensar, buscar y llevar a cabo comportamientos que ayuden a desarrollar esta dimensión de su persona. Por eso es natural que necesiten buscar información, tener referentes, experimentar…

Otro de los aspectos que suman complejidad a esta etapa es la identidad de género, es decir, cómo se percibe así mismo/a el/la adolescente en relación al género. Estas dos cuestiones tienen una fuerte implicación intrapersonal pero también social.

Tomar conciencia de tu orientación, o del deseo no heterosexual, no tiene por qué ser algo “negativo”, como puede no serlo el identificarse con un género u otro o expresarse de una forma más típicamente femenina o masculina. 

Pero hay ocasiones en que sentirse o expresarse de manera diferente generan vergüenza, culpa, baja autoestima, tendencia al aislamiento, miedo… de manera que el/la adolescente necesita herramientas para conocerse y cuidarse, manejar sus propias emociones y también aprender a relacionarse con los/as demás. 

De no ser así, el/la adolescente se encuentra en una situación de riesgo, tanto por su salud mental como por el desarrollo a nivel social y ante este malestar puede recurrir al consumo de sustancias (alcohol, cannabis, drogas de síntesis) para desconectarse de las emociones y evadir el sufrimiento o bien puede hacer un uso poco saludable de las nuevas tecnologías (buscar referentes y establecer contacto con adultos a través de redes sociales, acceder a información estereotipada o poco saludable para resolver sus dudas). 

En este sentido y desde la prevención, podemos hacer lo siguiente:

  • Informarnos y formarnos sobre diversidad LGTBIQ+ de manera que podamos actualizar nuestro conocimiento, creencias y lenguaje de forma más inclusiva y respetuosa.
  • Ofrecer una actitud y un discurso de respeto y visibilidad que favorezca que el/la adolescente se sienta en un entorno seguro.
  • Evitar emitir juicios, comentarios, bromas y referencias basadas en estereotipos de género.
  • Mostrar interés sobre experiencias y contenidos relativos a la diversidad LGTBIQ+ para favorecer la implicación del/la adolescente (cine, música, documentales, actividades).
  • Buscar información sobre entidades comunitarias (asociaciones, fundaciones) que realicen actividades tanto formativas como de ocio y socialización.
  • Cuidar la comunicación para transmitir al adolescente que, aunque somos personas adultas, estamos a su lado, y se puede sentir seguro.

Pertenecer al colectivo LGTBIQ+ no es algo que el o la adolescente elige, lo que sí puede elegir es cómo vivir esta dimensión de su persona, pero puede necesitar ayuda y es ahí donde a podemos actuar desde la prevención.

Si necesitas orientación o ayuda, llámanos al 699 480 480 o si lo prefieres prevencionadicciones@madrid.es

Carlos Javier Torrecilla Ramírez

Educador Social del Servicio PAD