Llega el verano y con él los paseos por la playa y la montaña, los días descansando, haciendo planes con amigos y amigas, las salidas… pero también llegan las fiestas de los barrios y pueblos y, ¿quién no ha disfrutado de las fiestas de su pueblo o del pueblo de algún amigo o amiga?

En el año 2022 se celebraron las fiestas de 1200 municipios en España en el mes de agosto, aproximadamente. Pero las fiestas populares son para los y las adolescentes, un momento de gran riesgo frente al consumo de alcohol, pudiendo ser el inicio de los primeros consumos.

Además, en las fiestas populares las personas adolescentes suelen hacen botellones.

El botellón es un consumo de alcohol intensivo en un corto periodo de tiempo (consumo por atracón), con el objetivo de llegar a un estado de embriaguez relativamente rápido. Se trata de una forma de consumo muy extendida entre adolescentes y jóvenes que no está mal visto, sino como una forma de diversión y entretenimiento normalizado, y aceptada por la población general, minimizando los riesgos y las consecuencias de esta práctica sobre todo en menores de edad que se encuentran en pleno desarrollo.

Existe una gran permisividad con los adolescentes y las adolescentes en las fiestas populares en relación con el consumo de alcohol, esto se debe a varios factores. Uno de ellos es la normalización, las fiestas populares se realizan desde hace muchos años y todo el mundo bebe, por lo que beber sería lo normal y esperable, y por lo tanto aceptado. Otro factor que contribuye a esta permisividad es el grupo de iguales, como los y las amigas lo hacen, el menor o la menor en cuestión también lo hace. Aquí entra en juego la presión de grupo, es decir, si el grupo lo hace, el que no lo hace es el raro/a, corriendo el riesgo de ser apartado/a por el grupo. Por último, otro factor que influye en la facilidad del acceso al consumo de alcohol es el ambiente de relajación y de menor control sobre las actividades de ocio de las/los jóvenes en periodos vacacionales. 

En resumen, como padres y madres tenemos que estar alerta ante estas situaciones si tenemos hijos/as adolescentes. Es fundamental no normalizar el consumo de sustancias en fiestas populares y supervisar las salidas de nuestros hijos e hijas. Algo que puede ser de gran ayuda es limitar el dinero que se les da, para evitar riesgos y supervisar la hora y el estado en el que regresan a casa.

Algunas pautas que podemos seguir para hablar con nuestros hijos e hijas son las siguientes: buscar el momento adecuado, ser asertivos, comunicarnos sin juzgar sus conductas, mantener una actitud de escucha activa, hablar sin tapujos acerca de los riesgos de beber y que se den cuenta de que el objetivo de una fiesta no es beber, sino pasarlo bien con el grupo de iguales, brindar opciones de ocio alternativo y atractivo. 

Aunque el pueblo sea un lugar seguro y conocido, las fiestas populares son un momento de alto riesgo, pudiendo llegar al ser el punto de inicio en el consumo de alcohol de nuestros adolescentes, por lo que seguir alerta y ejerciendo nuestras funciones parentales en vacaciones es fundamental.

Clara López González

Orientadora familiar del Servicio PAD.