El uso generalizado, especialmente entre los jóvenes, de las nuevas tecnologías y el imparable auge de aplicaciones, instrumentos y redes sociales hace cada vez más necesario que los adultos estemos al corriente de qué se mueve en el mercado y cuáles son las áreas que a nuestros hijos más le interesan, ya que la familia juega un PAPEL FUNDAMENTAL en la prevención de las conductas adictivas en el ámbito tecnológico.
Una de las cuestiones que con mayor frecuencia abordamos los orientaciones familiares, tanto en las sesiones grupales de padres como en las individuales, es explicar que cuando hablamos de adicción a las nuevas tecnologías, a redes sociales, al móvil, o a Internet, nos referimos a ADICCIONES COMPORTAMENTALES, y, por supuesto, tienen similitudes con la adicción a sustancias como el alcohol o el cannabis.
Es fundamental que comprendamos que una adicción es “el hábito que domina la voluntad de una persona” y que esta dependencia puede ser “a una sustancia, una actividad o una relación”. Con frecuencia se definen como adicciones químicas, comportamentales o dependencias emocionales.
Lo fundamental para entender lo que significa una adicción es saber que para desarrollarla se requiere un proceso largo y de tiempo, en el que se va produciendo un cambio significativo en la vida de la persona, en sus responsabilidades diarias, en su comportamiento familiar y social, en sus hábitos de autocuidado, alimentación e incluso de higiene para que podamos considerar que alguien “es adicto”.
«Cualquier adicción se caracteriza por la pérdida de control y el papel fundamental que esta conducta adquiere en su vida».
Todas las conductas adictivas en su inicio están reforzadas por consecuencias positivas. En las sustancias, es la búsqueda de sus efectos reales en el organismo, o bien las que les atribuimos. En las relacionadas con nuevas tecnologías, son el carácter recreativo de los juegos, la facilidad de estar distraída y entretenida con determinadas aplicaciones, la sensación inmediata de “estar pasándomelo bien”. Con el paso del tiempo, en ambos casos, pasan a ser controladas por la necesidad de mantener estos estímulos, ya que su ausencia genera malestar o tensión emocional. Con las nuevas tecnologías aparece una “necesidad” de mantenerse jugando o conectado a determinadas aplicaciones porque no somos capaces de controlar el malestar que nos produce estar alejado de ellas: aburrimiento, soledad, ira, nerviosismo, etcétera.
Tomar conciencia del problema:
A menudo, nos encontramos con la dificultad de tomar conciencia de que hay un problema, negando el mismo desde el más absoluto convencimiento de que “esto lo dejo cuando quiera”, “no me pasa nada”, “es la opinión de los demás, no la mía”… Con frecuencia, el adicto no es consciente del alcance de su conducta, es decir, no es que quiera engañar a los demás, sino que, en muchos casos, se “autoengaña” para no asumir la responsabilidad de la magnitud exacta del problema, o simplemente que el propio efecto del consumo o de la conducta adictiva genera a nivel cognitivo y cerebral le impide la percepción real de la situación.
Suele darse el caso de que la toma de conciencia del problema se produce cuando suceden uno o varios acontecimientos negativos en la vida de la persona afectado, entre ellos, fracaso escolar, trastornos de conducta, problemas legales y económicos, aislamiento social y conflictividad en el núcleo familiar.
Esta información es muy útil como factor de protección, ya que nos permite estar alerta y ponernos en marcha si observamos que una conducta pasa de estar regulada y controlada a ser más habitual de lo deseado o empieza a estar fuera de control.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
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María Casado
Psicóloga y Orientadora Familiar
Servicio de Prevención de Adicciones