¿Cómo ayudar a persona adolescente?

 

«Al principio, un porro era solo una vía de escape, una pausa al caos de casa, de la calle, de las aulas donde nadie me ve. No quiero justificarme, pero ¿qué harías si cada día pesa como una piedra? La hierba calma el ruido, me hace sentir que todo importa un poco menos. Sé que me juzgan, que dicen que me estoy perdiendo, pero ¿y si ya estaba perdido antes? No necesito sermones, necesito que alguien escuche sin miedo, sin prejuicios. Porque quizás, detrás del humo, solo hay una persona que busca un lugar donde respirar.

A veces me pregunto cómo sería si alguien me hubiera abrazado en vez de señalarme. Si en lugar de mirarme con decepción, alguien hubiera preguntado: «¿Estás bien?» Pero la vida no espera, y yo aprendí a no esperar nada de nadie. Me refugio en el humo porque ahí, por un rato, el dolor es menos punzante. No es que no quiera salir de esto, es que no sé cómo.

Si me ves, no me ignores. No soy solo «el/la del porro», soy alguien con miedo, con sueños que se apagan. Tal vez, si alguien creyera en mí antes de juzgarme, podría aprender a creer en mí también 

Cuando fumo, todo se vuelve más lento, como si el mundo se quedara en pausa y yo pudiera respirar sin que el pecho me duela. A veces, me siento como si flotara lejos de todo lo que me pesa. Otras, mi mente se llena de pensamientos que giran sin control. Me río sin motivo, pero también me pierdo en mis propios miedos.

Cada vez necesito más para sentir lo mismo. Y cuando no fumo, el vacío regresa con más fuerza. Me miro al espejo y apenas me reconozco. ¿Cuándo me convertí en alguien que no sabe vivir sin esto? Me digo que lo dejaré, que será el último, pero al rato vuelvo a buscar otro porro. La sustancia me controla, he perdido el control…

Sé que tengo un problema, pero no sé cómo salir. No quiero hundirme más, pero tampoco sé pedir ayuda. Si alguien me está escuchando, solo quiero que me enseñen otra forma de calmar este dolor sin que me hagan sentir que soy un caso perdido. Porque en el fondo, aún quiero creer que hay algo más para mí.

Mi casa no es un hogar, es solo un lugar donde duermo. Allí no hay abrazos ni palabras bonitas, solo gritos, silencios incómodos y miradas que esquivan la verdad. Mis padres tienen sus propios problemas y yo… bueno, yo aprendí a no molestar.

Mis amistades son las del parque, los que entienden lo que es sentir soledad, los que no preguntan mucho porque también están huyendo de algo. Compartimos risas, historias y porros. Antes tenía otras amistades, de esas que hablaban de sueños, de futuro, de cosas que parecían importar. Pero me alejé o se alejaron de mí.

El instituto es una guerra perdida. Cuando intento estudiar, es como si mi cabeza estuviera en otro lado. Antes me gustaba dibujar, hacer deporte, escuchar música sin estar necesidad de fumar … pero todo eso quedó atrás. Ahora mi tiempo libre es fumar, buscar más para fumar y así todos los días.

A veces me pregunto si esto es todo lo que me espera. Si algún día podré recuperar lo que perdí. Pero cada vez es más difícil imaginar una salida. Quiero dejarlo, quiero sentirme bien sin tener que escapar todo el tiempo, pero ¿cómo se hace eso cuando nadie te enseñó?

No necesito que me digan lo que ya sé. Solo quiero saber que no estoy solo/a, que aún hay algo en mí que vale la pena rescatar. Lo sé. Sé que esto no me está haciendo bien. Sé que cada vez me cuesta más pensar con claridad, que mi cuerpo ya no responde igual, que mis emociones dependen de un porro. Y sé, que, si sigo así, voy a perder más de lo que ya perdí.

Al principio pensaba que tenía el control. Fumaba cuando quería, cuando lo necesitaba. Pero ahora es al revés: el porro me controla. Digo que será el último, pero siempre hay uno más. Y otro. Y otro. Ya no elijo cuándo fumar, mi cuerpo lo exige. Y cuando intento parar, la ansiedad me come por dentro. Me he convertido en una persona que necesita estar colocada para enfrentarse el día, y eso… eso me asusta.

Quiero cambiar. Quiero recuperar las ganas de hacer cosas, de reír, de soñar…. Pero, no sé cómo hacerlo. Necesito ayuda. Alguien que me mire como alguien que todavía puede levantarse y cambiar. Dicen que siempre hay una salida y quiero aprender a caminar hacia ella.

Chico fumando un porro

Si tú o alguna de tus amistades está pasando por esta situación… ¿Hablamos?

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Rocío Rísquez Delgado

Coordinadora de Educación Social del Servicio PAD