Las sustancias adictivas están inmersas en la sociedad. La población joven y adolescente se encuentra en una situación más vulnerable ante ellas. La razón es que la presión de grupo, los mitos que circulan y su incorporación como una forma de diversión o de afrontamiento ante las adversidades genera una visión normalizada e inocua de su uso y consumo.
Las familias tenemos un papel clave para alejar a nuestros hijos/as de estas percepciones e inadecuados patrones de conducta. Ahora bien, para tener éxito en este reto debemos conocer cuáles son esas sustancias que les rodean, ya que como bien advirtió el filósofo Francis Bacon, el conocimiento es poder. Así, en este post, nos adentraremos en el mundo de los estimulantes con el objetivo de proporcionar información a las familias sobre estas sustancias. El informe del Observatorio de Drogas recela la magnitud del problema: España dentro de la Unión Europea, es el país que lidera el consumo de un tipo de estimulantes: la cocaína.
Pero entonces,… ¿qué son los estimulantes? Son aquellas sustancias que aceleran el funcionamiento normal del cerebro, y en concreto el sistema nervioso central. Los efectos son: una prolongación del estado de vigilia (más horas despierto/a), una mayor actividad física, una disminución del apetito, aumento de la frecuencia cardíaca, irregularidad del latido del corazón, y un aumento de la presión arterial e hipertermia (aumento anormal de la temperatura del cuerpo).
Estos síntomas físicos dan lugar a sensaciones en el adolescente o joven. ¿Qué siente cuando toman estimulantes? Lo describen como con una sensación de euforia. Se percibe un falso control sobre uno mismo/a y se cree sentir más fuerza, vitalidad y mayor capacidad en ejecutar una actividad (trabajo, deporte, estudios…). Los primeros efectos aparecen después de unos 20 ó 30 minutos, aumentando progresivamente hasta alcanzar su punto máximo al cabo de una o dos horas. Este aspecto es el gratificante, el que todo joven y/o adolescente espera, pero cuando hay un ‘viaje’ siempre, inevitablemente, se retorna a la realidad.
La vuelta implica otros síntomas, esta vez desagradables, que nuestros hijos ignoran: agotamiento físico, apatía, depresión, dolor de cabeza, sudoración, sed, vértigos, … Evitar estos sentimientos genera la necesidad de volver a ‘viajar’, dependiendo cada vez más de la sustancia y del falso mundo que proporciona.
Testimonios de adultos, de su época adolescente, rememoran cómo es esa sensación eufórica y cuán fuerte su dependencia:
“La triste realidad es que era demasiado joven y me dejé llevar por las circunstancias y por qué no decirlo, por los amigos… A mis 17 años me veía allí plantada, inclinada sobre la mesa mirando aquel polvo blanco, accedí a la invitación y esnifé mi primera raya de coca. Al mes siguiente, volví a enfrentarme a ella en aquella larga noche donde caerían los gramos a pares. Fue el principio de los 5 años que duró mi pesadilla, presa de mis mentiras, de robos de dinero en casa, de días sin aparecer ni dar señales de vida, de abandonar mis estudios, la culpable de los llantos y las penas de mis padres… Una agonía que mata en vida, pero es tu vida hasta que no decides lo contrario y quieres cambiarla. Desear morir y morirte es lo mejor que te deseas cuando estás enganchado a la cocaína, no se puede vivir sin ella. ¿Alguien se imagina poder vivir sin aire? Los ataques de ansiedad te oprimen el pecho cuando te terminas la última bolsa, ya no hay más dinero pero necesitas más y más y más… Te desesperas, el corazón late con una fuerza descomunal, la nariz llena de sangre y heridas producidas por los cortes que genera la coca al esnifarla, no comes, no duermes, la depresión es tu pan de cada día… En el infierno se puede estar mucho mejor, creedme”. ( Testimonio sacado de las Drogas.info)
¿Cuáles son los tipos de estimulantes más frecuentes? En la actualidad hay multitud de sobrenombres de estimulantes y cada día van surgiendo otras nomenclaturas y variantes: la flakka, las sales de baño, cocaína, speed, polvo de ángel, ketamina o éxtasis líquido son algunas de los apodos de estas sustancias. Todas ellas pueden englobarse en una clasificación que distingue entre estimulantes mayores y menores.
– Los estimulantes mayores abarcan las anfetaminas, metanfetaminas y cocaína.
– Los estimulantes menores implican la nicotina, teína y/o la cafeína.
Su presentación se muestra en múltiples formatos: en polvo, de forma líquida, cristales, cápsulas, pastillas de diversos colores y formas.
¿Qué riesgos supone el consumo habitual? El consumo de estas sustancias tiene graves consecuencias a largo plazo para la salud del adolescente y/o joven que mantiene su uso en el tiempo.
- En la salud física: insomnio, anorexia y pérdida de peso, disminución de deseo sexual, accidentes cardiovasculares, trastornos psicóticos, delirios, fuerte dependencia psicológica a la sustancia y síndrome de abstinencia cuando se suspende el consumo.
- En el rendimiento escolar y laboral: pérdida de memoria y dificultad para concentrarse, conflictos y discusiones en el trabajo, descenso en el rendimiento académico, deterioro en el pensamiento lógico (capacidad de pensar), dificultades en hablar y expresarse (no encontrar las palabras, trabarse en la conversación, …)
- En las relaciones familiares: descenso en la comunicación o incluso transformarse en una comunicación violenta con múltiples faltas de respeto, súbito interés por tener dinero, llegando a realizar hurtos a sus familiares.
Como progenitores tenemos que prepararnos y preparar a nuestros hijos para el mundo que nos rodea y que avanza en todos los sentidos. Si queremos ser los primeros en tener lo último en nuevas tecnologías, o en procurarnos una nutrición más saludable incorporando alimentos ecológicos, ¿no vamos a dedicar tiempo a conocer el mundo por el que se mueve nuestro hijo/a y ayudarle a enfrentarse a él?.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
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Margarita Iniesta
Psicóloga y Orientadora Familiar
Servicio de Prevención de Adicciones