“Un porro al año no hace daño.”  

“Si fumas porros de vez en cuando no pasa nada.”

“Son naturales, son una planta y no tienen aditivos.”

“Los porros ayudan a estudiar y a la concentración.”

“Son terapéuticos…«

Muchas de las personas que estáis leyendo este post, habréis escuchado este tipo de afirmaciones por parte de amistades, familiares o gente conocida. Si entre las personas adultas algunas se cuestionan qué hay de realidad en el consumo de porros. ¿Qué puede pasar por la cabeza de una persona adolescente o joven o en la de los hijos e hijas sobre esta cuestión?

Es importante saber que la adolescencia es una etapa en la que la persona se encuentra en pleno desarrollo tanto físico como neurológico e implica grandes cambios (oposición frente a la autoridad, necesidad de experimentar, cambio y apertura a nuevas amistades, etc.). Es el “trampolín” de la niñez a la edad adulta, donde algunas características evolutivas de esta etapa pueden empujar a aumentar las conductas de riesgo y entre ellas el consumo de drogas, como es el aumento de la influencia del grupo de iguales frente al descenso de la influencia de la familia; así como el desarrollo de la propia identidad, que conlleva la necesidad de autoafirmación y la búsqueda de nuevas experiencias y sensaciones. Es indudable, se encuentran en una situación de vulnerabilidad y por tanto, las consecuencias negativas derivadas del posible consumo de porros son importantes, pudiendo llegar a la adicción.

Uno de los aspectos más peligrosos del consumo de porros reside en la normalización de su consumo, que provoca que algunas personas adolescentes subestimen sus efectos y asuman riesgos. ¿Cuáles son los motivos por los que normalizan su consumo? ¿Por qué no le ven los riesgos o los minimizan? ¿Por qué pasa?

Percepción de riesgo:

Su mirada adolescente es distinta a la adulta y en lo referente a los porros, presenta baja percepción de riesgo de consumo de cannabis. Una parte importante de los/las jóvenes, piensan que es menos peligrosa que consumos socialmente aceptados, como el del alcohol (cuyo riesgo se considera mayor) o el tabaco (que se asume más dañino).

El cannabis, al igual que con el resto de sustancias, tiene efectos inmediatos y consecuencias a medio y largo plazo, que dependen  entre otros factores de la frecuencia y la cantidad de consumo. Son precisamente estos factores a corto plazo los que prevalecen en el ideario de los/las adolescentes, siempre atribuidos a desinhibición, risa fácil, sensación de euforia, alteración de los sentidos intensificándolos etc.; llegando a pensar que siempre obtendrán el mismo efecto o resultado. Entonces, es lógico que puedan pensar, que si cuando se fuman un porro experimentan a corto plazo una sensación placentera, no lo atribuyan a ningún efecto negativo, porque los negativos suelen llegar a largo plazo. Por esto mismo tenderá a repetirlo sin caer en la cuenta del camino que va iniciando en el consumo y las consecuencias que implican. Esta es la “trampa”.

Si le añadimos características propias de nuestra sociedad actual, como la inmediatez y la baja tolerancia a la frustración, que proporciona efectos inmediatos y no exige ninguna espera para alcanzar el bienestar, se minimiza aún más la percepción de riesgo en nuestros adolescentes, acrecentado por la cultura del hedonismo y presentismo, que “propaga” que hay que pasarlo bien, vivir el momento sin importar las consecuencias, y para ello parece que vale cualquier medio.

Accesibilidad:

Si preguntamos a la juventud por lo fácil o difícil que es conseguir porros, quizá nos sorprenda la respuesta. Según la Encuesta de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre drogas (ESTUDES 2021), en cuanto a la percepción de poder disponer fácilmente de las diferentes sustancias, de las drogas ilegales, el cannabis es la que tiene una mayor percepción de disponibilidad asociada (61,1%) por parte los estudiantes de 14 a 18 años. 

La fácil accesibilidad a la sustancia favorece su normalización. Se trata de una droga extendida en nuestra sociedad, lo que facilita el acceso a ella por parte de los/las jóvenes. Cada vez son más los que ven en el cannabis una sustancia accesible, cercana y visible; tolerada e integrada en espacios de ocio; e incluso connotada como “sustancia natural” frente a otras sustancias químicas y “manipuladas” y a la que se le atribuye menos riesgos que a otras sustancias. Todo ello contribuye a  que se banalice, pasando por alto los efectos del consumo de porros en jóvenes que pueden llegar a ser muy severos.

Función de socialización y lúdica:

También debemos tener en cuenta la función de socialización que cumple, al igual que pasa con el consumo de alcohol y tabaco. Estas son las sustancias a las que primero accede la juventud y prácticamente en la totalidad de los casos, de la mano de un amigo o amiga ligada a contextos de botellón, ocio, diversión…. Mayoritariamente, se le da un uso lúdico y en grupo, lo cual favorece que los jóvenes se introduzcan a ella al tener amigos que la consumen y el efecto de la presión grupal. A este respecto el ESTUDES 2021 señala que tanto para el conjunto de drogas legales, como el de drogas ilegales (entre otras el cannabis) la prevalencia de consumo está altamente relacionada con el horario de regreso a casa de los alumnos durante las salidas nocturnas.

Falta de información veraz:

Por último, pero no menos importante es la falta de información veraz que los jóvenes tienen respecto a los consumos. A ellos les llegan multitud de mensajes y creencias del propio grupo de iguales, de las redes sociales, de otras fuentes… que, en la mayoría de los casos, no son todo lo fiable que parece.

En el ESTUDES 2021 también se aborda esta cuestión y se señala que en general, apenas 1 de cada 5 estudiantes de 14 a 18 años reconoce estar perfectamente informado en tema de drogas (22,5%). En comparación a años anteriores, se obtiene el dato más bajo de todas las encuestas realizadas.

Muchos de los/las adolescentes y jóvenes tienen ideas erróneas acerca del consumo de porros y es frecuente que minimicen los riesgos. Es de suma importancia hacerles saber que no es una droga inocua. Fumar porros puede desarrollar adicción, entre otras consecuencias. Comenzar a consumir en la adolescencia supone un mayor riesgo ya que sus consecuencias en adolescentes y jóvenes, resulta mayor y más grave que en una persona adulta, debido a que en esta etapa el cerebro está en desarrollo. Y lo más importante que deben saber es que todo esto, puede conllevar importantes consecuencias, afectando a todas las áreas de su vida (escolar, familiar, relaciones, personal, ocio…).

¿Qué podemos hacer? 

Desde el Servicio PAD  sabemos lo que se esconde detrás del consumo de porros…

Es por estos motivos, por lo que desde el Equipo de Educación Social realizamos nuestra función preventiva acercando y dotando a adolescentes y jóvenes de información veraz, sin tapujos. Les señalamos los riesgos en esta etapa vital en la que ponen en riesgo su desarrollo madurativo y reflexionamos conjuntamente para generar conciencia de riesgo y fomentar su actitud crítica como herramienta frente al consumo. Así como acercándonos a los diferentes espacios donde se encuentran, con el fin de evitar o retrasar la edad de inicio y en el caso de que lo hayan iniciado minimizarlo y poder ayudar en la toma de conciencia del riesgo de consumo fomentando los factores de protección para su cambio.

¡Equipemos a adolescentes y jóvenes frente a los riesgos asociados al consumo!

Desde el Servicio PAD, podemos ayudarte. ¿Hablamos?

Llámanos al 699 480 480 o si lo prefieres prevencionadicciones@madrid.es

Marta Ramírez

Educadora Social del Servicio PAD

Rocío Rísquez Delgado 

Coordinadora Equipo de Educación Social del Servicio PAD