Cuando hablamos de adicciones en adolescentes y jóvenes, la prevención es un objetivo fundamental.

Desde el Servicio PAD trabajamos con adolescentes, jóvenes y sus familias para destacar la importancia de fortalecer los factores de protección (características y capacidades personales que ayudan a afrontar situaciones de riesgo) y reducir los factores de riesgo(condiciones personales o ambientales que aumentan la probabilidad de iniciar o mantener el consumo). Esto favorece una toma de decisiones más consciente y adecuada frente a situaciones de consumo.

Las familias desempeñan un papel esencial en la promoción de la salud y en el desarrollo de estos factores de protección. Dentro de este rol, es clave fomentar hábitos y valores que impulsen el bienestar y la prevención de adicciones.

Según la OMS, la promoción de la salud es el proceso que permite a las personas incrementar el control sobre su salud para mejorarla. (Referencia: Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud, OMS, Ginebra, 1986).

Cuando la salud es un valor central en nuestra vida y nos comprometemos con su cuidado, las decisiones que puedan ponerla en riesgo disminuyen. Además, si estas decisiones llegan a plantearse, se tomarán con más información y con una reflexión crítica más consciente.

Desde la familia, podemos contribuir a este proceso y fortalecer el autocuidado en la toma de decisiones. A continuación, compartimos algunas estrategias para fomentar la promoción de la salud desde el hogar:

Fomentar hábitos saludables: Educar en rutinas de alimentación equilibrada, higiene personal, sueño reparador y descanso adecuado.

Promover actividades de ocio saludable: Tanto individuales como en familia. El ocio saludable es un factor de protección frente a las adicciones, ya que fomenta la comunicación, el desarrollo de habilidades sociales y la gestión de la frustración, todos ellos fundamentales para una adecuada toma de decisiones.

Incentivar la actividad física: Ya sea en familia o de manera individual, en espacios abiertos o cerrados, el ejercicio contribuye al bienestar físico y mental.

Establecer rutinas y límites claros: Ayudan a organizar el tiempo, asumir responsabilidades, mejorar la convivencia y reforzar valores y prioridades.

Desarrollar la gestión emocional y afectiva: Fomentar la expresión emocional, generar espacios seguros en casa y promover estrategias de resolución de conflictos son claves para el bienestar mental.

Si bien estos no son los únicos aspectos a considerar en la promoción de la salud, sí son esenciales en la prevención de adicciones y en el papel de las familias en la educación de adolescentes y jóvenes.

Por último, no debemos olvidar que, en todos estos aspectos, las personas adultas somos modelos de referencia. Nuestras rutinas, valores y prioridades impactan directamente en quienes nos rodean, por lo que promover hábitos saludables beneficia no solo a adolescentes y jóvenes, sino también a toda la familia.

María Bejarano López
Psicóloga y Orientadora Familiar del Servicio PAD