Estos días, The New York Times no deja de lanzar toques de atención para que de una vez por todas las familias tomen conciencia de esas pantallas a las que nuestros hijos e hijas están ‘enchufados’ demasiadas horas al día. Y no, no es prensa sensacionalista y la fuente no puede ser más fidedigna: los creadores de los propios dispositivos.
Para muestra, estos tres artículos de obligada lectura y profunda reflexión posterior:
‘Un oscuro consenso sobre pantallas y niños comienza a surgir en Silicon Valley’
‘La brecha digital entre niños ricos y pobres no es lo que esperábamos’
‘Los contratos de las niñeras de Silicon Valley’
Tres artículos, con un denominador común, y es que ‘la gente que está más cerca de una cosa es a menudo la que más desconfía de ella’ y así parece ser, ya que la autora, una periodista especializada en Tecnología e Internet afincada en San Francisco, no deja de ver cómo aumenta la preocupación de los padres y madres de la zona por los dispositivos digitales. Los y las profesionales a los que ha entrevistado hablan abiertamente sobre la ‘naturaleza adictiva’ de unos dispositivos que ellos mismos ayudaron a diseñar.
Chris Anderson, ex editor de la revista especializada en tecnología WIRED y fundador de GeekDad, dice que ‘en la escala entre los dulces y el crack, están más cerca del crack’ y Athena Chavarría, ex asistente de Mark Zuckerberg no se queda corta al afirmar que ‘está convencida de que el diablo vive en nuestros teléfonos y está causando estragos en nuestros hijos’. Casi nada.
Si vamos más allá, tanto el diablo como el crack tienen respaldo científico. La dopamina, que es el neurotransmisor responsable de gestionar las ‘recompensas’ y el placer en nuestro cerebro, se viene arriba cada vez que recibimos una notificación, un mensaje… lo cual justifica por qué las tecnológicas contratan a psicólogos para que les ayuden a crear ‘diseños persuasivos’ que manipulen nuestras mentes y conductas, y hagan que nuestros dispositivos tengan esa potencia adictiva.
Es por ello que eso que parecía una leyenda urbana deje de serlo y nos ha de poner en alerta: el por qué responsables de las más grandes empresas de tecnología, como Tim Cook de Apple o Bill Gates, fundador de Microsoft, hace tiempo que han limitado el uso de pantallas en sus casas. Y voy más allá, las casas sin pantallas empiezan a ser algo habitual en Silicon Valley, y muchas niñeras, en sus contratos de trabajo, firman cláusulas en las que se comprometen a no utilizar ningún dispositivo electrónico, incluidos sus móviles, cerca de los menores. Todo ello provocado por una ansiedad y preocupación en aumento por parte de los padres y madres, que llegan al extremo de contratar detectives para que comprueben que se está haciendo lo pactado y en caso de incumplimiento suben las fotos de la ‘malhechora‘ a los foros de padres y madres.
Y en los centros educativos más de lo mismo, pero al revés. Si hace años se creía que el alumnado de zonas más pobres no tendría conocimientos y experiencia en asignaturas más tecnológicas debido a la necesidad de una inversión elevada para tener los equipos adecuados, ahora ‘podría suceder que los hijos e hijas de las familias más pobres y de clase media fueran criados por pantallas, mientras que los menores de la élite de Silicon Valley volverían a los juguetes de madera y al lujo de la interacción humana’. Las guarderías basadas en juegos están aumentando rápidamente en zonas ricas, en cambio, en los estados menos pudientes se está invirtiendo en centros de preescolar repletos de medios tecnológicos. Esto ha generado que se estén creando grupos de estudio formados por profesionales de la Psicología y la Pedagogía, para analizar la situación y ver qué camino seguir.
Mientras, imparten charlas y talleres por todo el país sobre cómo los padres y madres pueden ayudar a los menores a desarrollar una relación saludable con la tecnología basado en estos cinco pasos:
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No se utilizarán dispositivos electrónicos los días de colegio.
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Se utilizará el ordenador sólo cuando haya que hacer deberes escolares.
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Hacer mucho hincapié en los libros de papel.
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Retrasar que los menores tengan móvil lo máximo posible.
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Nada de pantallas antes de dormir y ni hablar de ellas en el dormitorio. Han de dejarse fuera.
También se anima a los padres y madres a comprometerse públicamente, a través de ‘Wait Until 8th’, a que no permitirán que sus hijos e hijas tengan un smartphone hasta octavo curso.
Y lo curioso, según la periodista, es que lo que más preocupa no es algo concreto como las redes sociales, las apps o los juegos, sino la pantalla en sí. Las familias han de definir los parámetros de tiempo frente a los dispositivos y las escuelas deben pensar en cómo utilizar la tecnología de manera que no se traspasen los límites que se intenten establecer en casa.
Al final, la tecnología en sí no es ni buena ni mala, pero es necesario mantener una conversación sobre el impacto que estas herramientas tienen en las mentes en desarrollo de los más jóvenes.
Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas, del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
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José Luis Casal
CEO Talk2Us Comunicación, emprendedor y docente