Preocupación, angustia, miedo, desesperación, mentiras, vergüenza… Estas son algunas de las emociones que se viven en una familia cuando descubren que una hija o un hijo está consumiendo drogas. En la mayoría de los casos, es la familia la que entra en contacto con nuestro Servicio de Prevención de Adicciones en busca de ayuda, muchas veces sin saber bien cómo proceder y cuál es su papel en este proceso. En ese momento, las familias enfrentan una serie de emociones difíciles de gestionar: ansiedad, culpabilidad…
No es fácil para una familia afrontar un problema de consumo. Es natural que se sientan desbordadas y perdidas, ya que se enfrentan por primera vez a una situación que pone en riesgo el bienestar de sus seres queridos. Por ello, es importante reconocer la necesidad de ayuda profesional y no dejarse llevar por la culpabilidad. Algo que siempre transmitimos a las familias que acuden a nuestro servicio es que no tienen por qué actuar como si fueran expertas en este tipo de problemas. Están haciendo lo que, a su juicio es la mejor forma de ayuda, desde el afecto y el deseo de proteger y cuidar.
Existen ciertas estrategias que, aunque nacen del deseo de ayudar, pueden terminar dificultando la relación con la persona que consume en lugar de movilizarla hacia la intervención o mejorar la dinámica familiar. Algunas de ellas son:
Culpabilizar a hijas e hijos por el problema de consumo y castigarlos
Es normal que al descubrir una mentira surjan la rabia y la desconfianza. Cuando el problema se hace evidente, la angustia familiar puede llevar a la culpabilización de la persona que consume. Sin embargo, los reproches, las descalificaciones y las acusaciones no facilitan el afrontamiento del problema, sino que lo dificultan. Estas reacciones pueden generar vergüenza, presión y sentimientos de culpa, lo que a menudo lleva a la persona a reaccionar con enojo o a distanciarse. No hay «culpables» en un problema…
Culpabilizarse a sí mismas como familia
En algún momento del proceso, las familias pueden preguntarse en qué han fallado o qué han hecho mal. Pueden sentir culpa por no haber detectado el problema antes o por no haber actuado de otra manera. Estos pensamientos pueden generar ansiedad y bloqueos emocionales, dificultando la búsqueda de soluciones. Es importante recordar que centrarse en el pasado no ayudará a resolver la situación en el presente. La clave está en enfocarse en lo que se puede hacer ahora para apoyar a la persona en su proceso …
Culpabilizar al grupo de amistades o a quienes facilitan la sustancia
Es cierto que un círculo de amistades consumidoras puede ser un factor de riesgo, pero también lo son la falta de comunicación familiar o la ausencia de normas y límites. La familia debe asumir que es necesario realizar cambios en la dinámica del hogar. Aunque no siempre se puede prohibir una amistad, sí se pueden establecer límites en casa, como no permitir el consumo de sustancias dentro del hogar. Es fundamental comprender que, aunque ciertas personas hayan facilitado el inicio del consumo, la responsa…
Culpar a los profesionales
Abandonar el consumo es un proceso largo que requiere esfuerzo, motivación y constancia. La persona que decide dejar de consumir debe enfrentarse a cambios en su estilo de vida, al deseo de consumo y a la influencia de su grupo de iguales. Es normal que haya dudas, recaídas y momentos de desmotivación. Las y los profesionales acompañamos, orientamos y apoyamos en este proceso, pero la decisión final y la responsabilidad de abandonar el consumo recaen en la propia persona.
Superar un problema de consumo no es un camino fácil, pero con apoyo, acompañamiento y estrategias adecuadas, las familias pueden convertirse en un pilar fundamental en este proceso.
Rocío Gangoso Vega
Psicóloga y Orientadora Familiar del Servicio PAD