La adolescencia es una etapa maravillosa pero, también, una etapa vital y difícil para nuestras hijas e hijos ya que se encuentran en pleno desarrollo, enfrentándose a numerosos cambios: físicos, hormonales, emocionales, sociales, etc. Finaliza el periodo de la infancia y comienza la pubertad y posteriormente dan el salto a la vida adulta y donde tienen la oportunidad de construir en gran medida su propia identidad más allá de la familia, donde, por un lado, necesitan sentirse parte y ser aceptados/as por los iguales, pero también necesitan diferenciarse y construir una identidad propia y distinta a los demás.
Según la Real Academia Española de la Lengua, la autoestima es la “valoración que hacemos de nosotros mismos”, este término puede tener connotaciones positivas pero también negativas y puede ir construyéndose en el tiempo dado que influyen muchos factores en su desarrollo o formación como son:
- Autoconcepto: es la imagen que cada uno elabora de sí mismo.
- Cómo te comportas contigo.
- La percepción de éxitos o fracasos que voy consiguiendo.
- Relación con los demás o el entorno social.
- Personas importantes como la familia, amigos, profesores…
Tal y como afirman algunos especialistas una buena autoestima en la adolescencia favorece un mejor acceso a la vida adulta, un mayor equilibrio psíquico y emocional y unas relaciones sociales más estables y saludables.
La autoestima es un proceso que dura toda la vida, que tendrá altos y bajos y que tenemos que aprender a regular, pero es especialmente vulnerable en la adolescencia y es un factor determinante en la forma en la que te sientes y en cómo actúas y te enfrentas al mundo.
¿Cómo puede influir la familia?
La familia es el contexto más cercano y presente a lo largo de la vida de la persona y un gran agente en la educación. Por ello, tiene una gran influencia en el desarrollo de la autoestima a través de nuestras acciones y palabras trasmitimos mucha información y, por ello, es importante ser más conscientes.
Si solemos dirigirnos a nuestros hijos/as adolescentes con frases como “eres torpe”, “siempre suspendes” o “no sabes hacerlo” etc., puede que lleguen a creérselo y a integrarlo en sus creencias de sí mismos y a comportarse como tal. En cambio, si les animamos con frases como “aunque hoy no te haya salido seguro que otro día te saldrá”, “aún te cuesta hacerlo bien pero te estás esforzando y estoy segura que vas a ser capaz”, su motivación será uno de sus motores.
Algunos consejos para fomentar un buen desarrollo de la autoestima en nuestros hijos/as son:
- Halaga o elogia sus éxitos y logros por pequeños que sean y valora también su esfuerzo y dedicación.
- Evita las críticas, la sobreexigencia y los prejuicios y si realizas críticas intenta que sean constructivas.
- Establece normas y límites ya que fomenta el sentido de la responsabilidad.
- Promueve que realice las actividades que le gustan o aquello que le apasione aunque a ti no sea lo que más te guste.
- Ejerce el afecto y apoyo incondicional.
- Dedícale tiempo en familia y el tiempo que pases que sea de calidad.
- Fomenta el ejercicio físico puesto que está demostrado que mejora el humor y la autoestima así como ayuda a manejar el estrés.
- Busca ayuda profesional si observas que tu hijo/a tiene muy baja autoestima u otros problemas emocionales relacionados y no mejora.
En definitiva, UNA BUENA AUTOESTIMA ES UN FACTOR DE PROTECCIÓN ANTE LAS CONDUCTAS ADICTIVAS, ya que aporta seguridad en uno mismo, nos permite afrontar nuestros errores sin hundirnos, marcarnos retos y objetivos con confianza y relacionarnos mejor con el entorno.
Y tú, ¿fomentas la autoestima de tus hijos/as?
Alba Navarrete Herrera
Psicóloga y Orientadora familiar del Servicio PAD