«Quiero decir que la educación es valiosa y válida, pero también que es un acto de coraje, un paso al frente de la valentía humana». (Fernando Savater. 1997)
“Probablemente, la educación no sea sólo un tema de sabiduría sino de valores, de asumir la responsabilidad de acompañar a otro en el proceso de la vida”. (Escámez, García López y Sales, 2002)
Quién no recuerda a un profesor o profesora relevante en su vida…
Hoy, conscientes de que la educación y la prevención transforman vidas y permiten modificar, cambiar y mejorar la realidad que nos rodea, queremos celebrar la encomiable labor que los docentes realizan desde educación infantil hasta la enseñanza superior en el ámbito educativo, y especialmente resaltar su contribución y apoyo a la prevención de adicciones, así como su transcendencia en el desarrollo integral de estas “personitas” de hoy, para convertirse en personas de futuro.
Por ello, hoy más que nunca, #DíaMundialDelosDocentes, desde el Servicio PAD, queremos destacar el “valor” de la docencia.
A diario, nos acercamos a los entornos más próximos de adolescentes/jóvenes, y uno de estos espacios es el ámbito educativo, dentro de la comunidad. Desde el PAD, acudimos principalmente a los centros de enseñanza secundaria, como agentes referentes en prevención de adicciones, para acercarles el recurso PAD/CAD, acompañar y desarrollar acciones preventivas frente a las adicciones. En esta tarea, no estamos solo/as, contamos con “aliado/as” de gran valía: las personas docentes, equipos directivos, orientadores y orientadoras, ….
Cuando nos abren las puertas de los centros educativos, su profesorado/docente se convierte en una pieza clave del engranaje del servicio de prevención. No abordan en solitario esta andadura. Las figuras profesionales del servicio (Educación social y Orientación familiar) queremos acompañarles y prestigiarles porque su valor es sin duda, incuestionable.
Junto/as sumamos y la “clave” es promover un desarrollo social, emocional, comportamental y cognitivo sano, en pro del desarrollo saludable de la persona adolescente, complementándonos en nuestras acciones.
Dentro de esta estrategia preventiva, otorgamos a los docentes un papel fundamental. Sabemos que conviven a diario con chicos/as, e incluso pasan allí ¡más horas que con sus propias familias! La persona docente tiene la oportunidad de verles, conocerles, enseñarles, mostrarles y acompañarles en esta etapa fundamental de desarrollo y construcción de su persona: la adolescencia. Esta no es precisamente una etapa vital fácil y menos en la sociedad de hoy. Hablamos de adolescentes en desarrollo, que emprenden el viaje hacia la edad adulta, y las adicciones (drogas y/o el uso problemático de TIC) pueden vaciar su equipaje. Y esta dificultad es mayor cuando en su contexto sufre carencias de cualquier tipo: familia desestructurada, convivir en un barrio marginado, pertenecer a un grupo de iguales con conductas poco adaptadas. Pero la adolescencia no un problema a resolver, es un recurso a desarrollar.
Sabemos que la realidad en las aulas es cada día más compleja y diversa, que requiere de conocimiento y adaptación profunda, añadida a la labor diaria. Pero, es responsabilidad de todo/as el tomar conciencia sobre la existencia de una «cultura de las adicciones» que envuelve a las instituciones educativas.
Existen evidencias de que las intervenciones preventivas impulsadas por instituciones públicas desde el marco de los programas estructurados de prevención de las adicciones en el ámbito escolar, son eficaces bien para modificar positivamente la percepción de riesgo frente a las adicciones, bien para evitar la aparición de riesgos, actuar para que un problema no aparezca o, si ya existe, retrasar o disminuir sus efectos. Por tanto, abogamos por priorizar la prevención basada en la educación, dirigida a adolescentes y jóvenes para fomentar su maduración emocional y social, su capacidad crítica, su autonomía personal.
En ocasiones, no siempre los y las docentes de secundaria perciben las adicciones como un problema en sus centros. En otras muchas, por suerte, se constata su alto grado de sensibilización, expresando su deseo de colaborar, apoyar, asesorarse, y/o formarse como agentes preventivos y contribuir con los servicios especializados en adicciones desde y con el centro educativo. Pero desde el PAD, sabemos que además deben promoverse sinergias en la acción preventiva, que aseguren conexión y continuidad, con otros agentes externos y referentes tan relevantes como la familia y, encuadrarse en el ámbito comunitario. Los docentes deben apoyarse en las familias y en profesionales especializados para el trabajo coordinado y conjunto. Desde el Servicio PAD apoyamos a quienes “acompañan” a diario a las personas adolescentes. ¡Podemos ayudarles!
También nos encontramos a profesorado que no siempre conoce su “valor”: “Solo soy el profe de matemáticas”, “Soy la tutora este año de un grupo imposible”, “Yo no sé qué le pasa a esa chica”, “Es muy problemático”… y que les lleva a desviar el problema, justificarlo o minimizarlo, o depositarlo fuera. Desde el PAD trabajamos para hacer que su percepción cambie ayudándoles, empoderándoles, tomando conciencia de la importancia de sumar entre todos/as.
El primer paso es confiar en vosotras/os como profesionales y confiar en los chicos y chicas adolescentes, en su necesidad de aprender modelos de vida saludables y ayudarles en que confíen en ellos/as mismo/as, y se conviertan en agentes de cambio y personas que pueden cuestionarse, pensar y reflexionar.
No podemos perder el tiempo. Están en un momento de desarrollo y construcción personal, de permeabilidad, de absorber todo lo que ven, oyen y sienten. Es un momento privilegiado para ayudarles y acompañarles, orientarles para que sepan actuar frente las adicciones sin perder su autonomía e independencia personal, todo un aprendizaje para la vida.
El segundo paso, es que el/la docente se acerque a su alumnado, sea sensible a sus necesidades y problemas, establezca una buena relación y confianza y favorezca un clima estimulante de desarrollo personal. Y en este escenario, puede prestar atención a cambios observables, a señales de alarma o indicadores que pueda hacer pensar que algo le está pasando. En este sentido, acompañar y escuchar al alumnado, facilita el reconocimiento de sus dificultades.
Es primordial el factor tiempo, no hay que esperar a que la conducta esté descontrolada, se debe actuar ante sospechas o cualquier indicio. Tenemos que evitar, retrasar o actuar cuanto antes y de la forma más ágil posible, ya que aumenta las probabilidades de esquivar la conducta adictiva, de reconducirla hacia estilos de vida saludable sin adicciones, y/o de frenar su avance y/o las consecuencias negativas derivadas de la misma.
Entonces cuando se “intuya” que algo no va bien, y que puede tener que ver con conductas de riesgo, sospechas, procesos iniciales o más consolidados y con distintos niveles de severidad sobre el consumo de alcohol y/u otras drogas, uso problemático de las TIC y/o problemas derivados de las apuestas o juegos de azar. Y surja la pregunta: ¿Qué hago?… Tranquilidad. No hay que dejarse llevar por las angustias e impulsos y es importante que la persona nunca sea percibida como problema, y ¡Pedir ayuda a profesionales especializados sobre cómo actuar!
La prevención debe ir seguida inmediatamente de la intervención necesaria en cada caso particular. La detección precoz ha de acompañarse de la inmediatez de la respuesta, sin que se demoren las medidas que se requieran tomar con cada chico/a y/o familia para que la actuación adquiera entonces el valor preventivo.
Gracias por dejaros acompañar en esta labor, gracias por vuestro “valor” de educar, y gracias por vuestro “valor” docente con el alumnado, dejando en muchas ocasiones huellas en su memoria.
¡Gracias docentes por vuestra encomiable labor!
Rocío Risquez Delgado
Coordinadora equipo de Educación Social del Servicio PAD