La adolescencia es una etapa maravillosa, pero también compleja para nuestras hijas e hijos, que se encuentran en pleno desarrollo, enfrentándose a numerosos cambios, físicos, hormonales, emocionales, sociales, etc. Es una época de  transición entre la niñez y la edad adulta, en la que tienen la oportunidad de construir su propia identidad más allá de la familia, desarrollando un proceso de independencia y desvinculación.

No lo toméis como un rechazo, sino como una respuesta adaptativa a sus necesidades de desarrollo: necesitan tomar distancia, diferenciarse de vosotras y vosotros, porque están definiendo su manera propia de actuar, ser y sentir. Para lo cual, se orientarán hacia su grupo de iguales en búsqueda de empatía, comprensión, autonomía e independencia. Las familias tendemos a interpretar, que aunque hasta hace poco nos necesitaban para todo, ahora parece que no quieren nada con nosotros.

¡¡¡Pero sólo lo parece!!!

Es una etapa de auto afirmación, pero en la que es fundamental el acompañamiento de los padres y madres. Siguen necesitando que su familia sea una base segura en la que poder apoyarse,  para explorar el mundo adulto y  todas las opciones que se les abren en esta nueva etapa.

Es natural que las familias os sintáis desorientadas. La convivencia con adolescentes, a veces, no es una tarea fácil. Lo que antes era una relación agradable, ahora puede parecer inestable o en peligro. “Está de mal humor de forma casi permanente”, “da malas contestaciones”, “ha dejado de ser cariñoso o cariñosa”, “su carácter ha cambiado”,  “no quiere compartir tiempo con la familia”, “se aísla en su habitación y no habla”.

Estas son frases que a menudo oímos a las familias de adolescentes que acuden a nuestro servicio. Creéis que ya no os necesitan, que no quieren estar con vosotras y vosotros. Pero necesitan más que nunca vuestro sostén y acompañamiento, que les animéis a sacar lo mejor que tienen dentro, a saber que cuáles son sus virtudes, que les transmitáis lo importantes que son y, sobre todo, que les aceptéis tal y como son.

La adolescencia es una oportunidad para crecer y descubrir, tanto para la familia como para la persona adolescente. No entremos en un bucle de discusiones y silencios, que nos distancien y abran una profunda brecha difícil de cerrar. Tomémonos un tiempo para intentar entender sus necesidades y disfrutar de este momento. Para ello os ofrecemos algunas pautas:

  • No os toméis su comportamiento como algo personal: no caigáis en el error de creer que todo lo que hacen, es un acto de rebeldía, que lo único que busca es fastidiaros y haceros sufrir. Lo que está haciendo es intentar diferenciarse de la posición de sus progenitores, para establecer su propia identidad. Lo que a veces entra en conflicto con los límites familiares. Tomemos estas reacciones bajo un clima de tolerancia, no como algo personal.

 

  • Evita los juicios. Debemos hacer que sienta aceptación, cariño y apoyo. La familia debe ser siempre su refugio, independientemente de que quieran tomar sus propias decisiones. Deben saber que siempre cuentan con nuestro afecto y nuestro apoyo incondicional, aunque hagan o decidan cosas con las que no estemos de acuerdo.

 

  • Dadles la oportunidad de desarrollarse, de ganar autonomía, de “volar”, de que se hagan independientes. No frenéis su desarrollo por el miedo a la separación. Procurad que sepan que  siempre estaréis ahí, y del mismo modo entended que  siempre os va a necesitar. Sois y seréis siempre sus referentes.

 

  • Favoreced el que existan espacios y momentos compartidos en familia. No es cierto que nos necesiten menos, al contrario. La adolescencia es una etapa clave, con importantes cambios, y exigencias constantes que en ocasiones generan inestabilidad emocional a nuestros hijos e hijas, por lo que el acompañamiento y el apoyo de la familia adquiere un papel fundamentalpara dotarles de un entorno de seguridad que favorezca su adecuado crecimiento emocional.

 

  • Acércate desde el afecto, la escucha activa, la empatía y la comprensión. No te dejes llevar por la ira y la frustración, sino por el humor, la calma y la paciencia. No olvides que está transitando por el camino que le lleva a la etapa adulta, deja que avance y confía en que se convertirá en una persona estupenda. Vuestra relación sobrevivirá sin duda a esta etapa.

Os dejo con una frase:

Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite”.

 

Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas,  del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
¡Llámanos! 699 480 480

 

Rocío Gangoso Vega

Orientadora familiar y psicóloga de Servicio PAD