Durante todo el periodo de confinamiento que hemos padecido por el estado de alarma sanitaria provocada por el COVID-19, las casas de apuestas y los salones de juego, al igual que el resto de los “locales de ocio” han permanecido cerradas, en cumplimiento de la Normativa de Alarma Sanitaria establecida por el Gobierno de España. Además, según ha establecido en la planificación de la Desescalada el Ministerio de Sanidad, hasta la Fase 3 y, con restricciones, este tipo de negocios no podrán abrir.

Pero antes o después, en cada comunidad autónoma llegará ese día en el que volverán a abrir sus puertas y nos ofrecerán “sus servicios”. Los responsables de estos locales, sabedores de esta circunstancia, volverán con toda su artillería, aunque desde la publicación de la nueva Ley del Juego de Garzón (febrero 2020), la publicidad estará limitada a franjas horarias de madrugada, salvo eventos deportivos, y los personajes públicos y grandes referentes de los menores, como deportistas, youtubers o influencers, no podrán vincularse a este tipo de campañas que puedan dar un mensaje ‘éxito fácil y profesionalidad’ al juego de azar y a las apuestas deportivas.

No obstante, el sector del Juego va a querer volver a captar esa cuota de 30.7% de jóvenes entre 18 y 24 años, en el caso de los chicos y el 15.3% de jóvenes en el caso de las chicas, que llevan más de tres meses sin acudir a sus locales, e incrementar el número de nuevos jóvenes asistentes atraídos por un ‘nuevo tipo de ocio’, que comenzarán con pequeñas apuestas que irán aumentando en cuanto a la cuantía y frecuencia, hasta conseguir o lograr que los/las usuarios tengan, lo que en el argot del juego se conoce como “tener el gusanillo dentro”, y que puede acabar en juego problemático en muchos casos, y el 4,2% de los jóvenes, en patológico.

¿Y por qué se sienten atraídos por estos locales?

Los y las jóvenes se reúnen en estos locales, según argumentan, ante la inexistencia de un ocio alternativo, y aquí encuentran un ambiente aparentemente relajado, con un olor, unas luces y una decoración envolvente y privada, donde se les ofertan consumiciones muy baratas, incluidas el alcohol, retransmisiones deportivas en abierto y WIFI gratis. Por todo esto, no llegan a tener percepción del riesgo, sino que ir a las casas de apuestas el fin de semana ya lo consideran una forma más de ocio o entretenimiento en grupo, donde destaca el que mejor se conoce los juegos o el que presume de haber ganado alguna vez una apuesta.

Pues bien, nuestra responsabilidad y obligación, por tanto, como padres y madres, profesorado y centros educativos, profesionales de la educación social o la terapia ocupacional y sanitarios, es aceptar que existe un problema para poder trabajar en la prevención y reducción de los riesgos.

Tenemos una oportunidad única de volver a orientar o encauzar la vida de los y las jóvenes que, inconscientemente, pueden llegar caer en el oscuro mundo del juego patológico.

¿Qué podemos hacer para ayudarles?

Debemos conversar con ellos y ellas, desde una actitud positiva y empática, vamos a interesarnos aún más, si cabe, por su apatía, por su aburrimiento, por su incertidumbre, por su ansiedad, por su búsqueda de diversión, en definitiva, por el manejo de sus emociones y de las situaciones que le produce un potencial de reforzamiento cerebral.

Vamos a hacerles ver que llevan tres meses sin entrar en los locales de apuestas ni en los salones de juego y que tampoco lo necesitan para divertirse o entretenerse.

Vamos decirles que no se necesita apostar para sentirse mejor ni para ser el mejor valorado del grupo.

Vamos a informarles de los riesgos y de los perjuicios que lleva asociado el juego y del mundo que le rodea.

Vamos a explicarles que los locales de apuestas y los salones de juego son negocios en los que “la casa siempre gana”.

Vamos a ofrecerles o proponerles opciones de ocio saludable, como el entretenimiento deportivo o cultural, el cine, el teatro, los espectáculos deportivos o experiencias tan enriquecedoras como el voluntariado.

Pero vamos a hacerlo ya, antes de que vuelvan a abrir sus puertas. El trabajo no será fácil, pero la recompensa merecerá  la pena.

Dr. Manuel Pérez Moreno

Farmacéutico