Existen redes sociales para todos los gustos que nos permiten seleccionar con quién queremos relacionarnos, elegir personas que comparten nuestros intereses, aficiones o formas de ser. Y, desde ahí, surgen comunidades digitales que nos ayudan a expresar otras formas de “ser yo”, a veces, diferentes al yo que mostramos en la vida en la calle. Facilitan que podamos descubrir y expresar otras partes de nuestra personalidad, encontrar referentes y disfrutar de un espacio seguro en el que ensayar o ejercer esa parte de nuestra vida con la que quizás no nos sintamos con tanta comodidad o confianza. A pesar de sus riesgos, las redes también presentan su cara positiva, facilitan y pueden ayudar, nos potencian y nos empoderan en el desarrollo de diferentes facetas de nuestra identidad, algo que es un elemento clave del desarrollo y que marca de una manera determinante el periodo de la adolescencia.

Y junto a esa necesidad de encuentro e identificación con otras personas, las redes sociales se han convertido en un espacio donde muchas gente busca la amistad, el amor y también el sexo. La actual estructura social en la que vivimos no facilita la propia identificación de lo que se siente o sé es. Y este es el motivo por el que el colectivo LGTBQ+ ha encontrado en las redes sociales un espacio seguro de libertad y expresión que no siempre encuentra en su entorno físico.

Las redes sociales de Contactos en el colectivo LGTBQ+ han sido muy numerosas casi desde el inicio, aunque lo que de verdad las convirtió en populares fue la posibilidad de geolocalizar a otras personas, es decir, de saber si se encuentran cerca de ti. Podemos encontrar aplicaciones de geolocalización de todo tipo, aunque las más populares son aquellas dirigidas a hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y que van desde las más generalistas, dirigidas a cualquier perfil de HSH, a las especializadas por colectivos, por intereses o por prácticas sexuales.

Y como sucede con el resto de las redes sociales, también aquí encontramos numerosos riesgos, algunos tan específicos y tan concretos de este colectivo, como es el denominado fenómeno del Chemsex. Este término de origen anglosajón «surge de la unión de las palabras chems (chemicals) y sex (sexo)” y «se caracteriza especialmente por ser un consumo de drogas con fines sexuales, dando lugar a largas sesiones de sexo, que pueden prolongarse durante horas, o incluso varios días». (Ministerio de Sanidad, 2020).

«Se trata de un tipo particular de práctica de consumo sexualizado de sustancias, entre hombres gays y bisexuales, otros HSH y personas trans y no binarias que participan en la cultura de sexo casual o sin compromiso gay” (II EuropeanChemSexForum, 2018).

Los usuarios suelen encontrarse a través de las apps de contactos de geolocalización con el anonimato y la facilidad de acceso que éstas conllevan. En estas aplicaciones podemos encontrar a personas muy jóvenes que, con el desconocimiento de su entorno y, a veces, sin una red social de apoyo, buscan socializar o ligar en esos espacios. Y, una vez allí, se encuentran con un contexto donde la oferta de prácticas puede entrañar riesgos elevados, tanto para el consumo de sustancias como en el plano sexual. Y todos sabemos que a determinadas edades los riesgos se infravaloran, por un lado, por el momento evolutivo y de desarrollo de las personas y, por otro, y este es un factor de vulnerabilidad propio del colectivo LGTBQ+, porque la participación en estas redes satisface el sentimiento de pertenencia a una comunidad con la que se identifican.

El chemsex es problema de salud pública en la ciudad de Madrid, considerándose un fenómeno emergente, al registrarse un aumento progresivo de las demandas de tratamiento en los CAD (Centros de Atención a las Adicciones) durante los últimos años.

«Existe una preocupación creciente por este fenómeno, ya que la práctica intensiva y continuada de chemsex puede facilitar no solo la transmisión sexual del VIH y otras infecciones, sino también ocasionar otros problemas y complicaciones para la salud física, mental y social de las personas que lo practican» (Ministerio de Sanidad, 2020). En el chemsex encontramos 3 áreas donde pueden presentarse problemáticas tan íntimamente relacionadas que el abordaje de las mismas ha de ser muy específico. Por un lado, se puede dar un uso compulsivo de las apps de contactos, por otro, una dependencia de las relaciones sexuales y, por definición del chemsex, el uso de drogas. Las 3 situaciones al darse de manera conjunta incrementan el riesgo de interferir en la vida de la persona y complejizan el tratamiento de la misma.

En este sentido, se ha hecho necesaria una intervención específica desde los CAD, por lo que se ha formado a equipos de profesionales en el abordaje de este fenómeno: sustancias y vías de consumo predominantes en el chemsex, sexualidad y cultura LGTBQ+.

Desde el ámbito preventivo es conveniente identificar las vulnerabilidades propias de las personas LGTBQ+ para poder contrarrestarlas promoviendo la igualdad, el empoderamiento personal y la superación de situaciones derivadas de la lgtbifobia. De esta manera, se favorecerá el desarrollo pleno y seguro de la persona minimizando los riesgos que, tanto en la adolescencia y juventud como en otros momentos de su vida, vaya a encontrar.

¿Hablamos?

 

¡Desde Servicio PAD podemos ayudaros!

Llamadnos al 699 480 480 o mandadnos un mail a prevencionadicciones@madrid.es

 

Santiago Redondo

Educador Social del Servicio PAD