Somos su principal apoyo cuando empiezan a ponerse de pie y a dar sus primeros pasos, nos preocupamos de que aprendan a nadar, a montar en bici, a leer y a hablar en diferentes idiomas, pero ¿les ayudamos a reconocer si están tristes o enfadados, a afrontar sus miedos, a expresar su disgusto sin dañar a los demás?¿Les preparamos para que se relacionen de forma saludable? A todos nos pasa que en nuestra labor educativa como padres nos centramos sobre todo en lograr un buen rendimiento escolar, o en establecer límites y normas que favorezcan una mejora de su comportamiento, pero no solemos otorgar tanta importancia al desarrollo de sus habilidades emocionales, un aprendizaje fundamental para garantizar su bienestar psicológico. Por supuesto que ansiamos que nuestros hijos alcancen ese bienestar, íntimamente ligado al concepto de felicidad, y que tengan éxito en sus vidas. El psicólogo Daniel Goleman sostiene que el éxito de una persona no viene determinado únicamente por su coeficiente intelectual o por sus estudios académicos, sino que la inteligencia emocional juega un papel clave y determinante. Según este autor, “el término inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos.”

 Sin duda, la familia es el mejor escenario para el aprendizaje de estas habilidades, pero será difícil lograr un adecuado desarrollo de la inteligencia emocional en nuestros hijos si los padres no gestionamos adecuadamente nuestras habilidades emocionales.

Para lograrlo debemos tener en cuenta que el conocimiento sobre nuestras propias emociones y la capacidad para gestionarlas en nuestra vida diaria constituyen aspectos clave para favorecer la inteligencia emocional en nuestros hijos. Si conocemos, gestionamos y expresamos nuestras emociones de la forma apropiada, ofreceremos a nuestros hijos una base emocional segura y estable a partir de la cual podrán desarrollar por sí mismos sus propias habilidades, potenciando un desarrollo afectivo saludable que funciona como factor protector frente a posibles problemas y dificultades, como son las conductas adictivas. Si somos capaces de mostrar un adecuado manejo de nuestros sentimientos y nos mostramos sensibles ante sus necesidades, les estamos ofreciendo seguridad y una base estable y sólida sobre la que apoyarse a la hora de explorar el mundo, de enfrentarse a problemas y dificultades y de refugiarse cuando se sienten mal y necesitan consuelo, amor o atención.

Sabemos que es una tarea compleja, que requiere esfuerzo y voluntad para ser aprendida e integrada. Para ayudaros, os ofrecemos cinco claves sobre cómo promover en vuestros hijos las habilidades emocionales básicas:

  • Favorece el que tu hijo tome conciencia de sus propias emociones y de las emociones de los demás para potenciar el conocimiento de los sentimientos propios y ajenos.
  • Ayúdale a manejar sus emociones de forma apropiada para que sea capaz de expresar sus sentimientos, de relajarse, de regular sus impulsos o emociones desagradables y para que aprenda a tolerar las frustraciones de la vida.
  • Potencia su autonomía emocional. Trata de que mantenga un buen nivel de autoestima, fomenta el que confíe en sus posibilidades y que conozca sus limitaciones, y que sea capaz de valorar ambas. Despierta su actitud crítica ante las normas sociales y su curiosidad por el mundo que le rodea, y anímales a buscar ayuda y recursos para lograr los objetivos que se propone.
  • Enséñale habilidades sociales que le faciliten las relaciones interpersonales: fomenta el respeto, la cooperación y la colaboración social, la empatía, las actitudes prosociales, las habilidades de comunicación, etc.
  • Promueve sus habilidades para la vida y para lograr su propio bienestar. No le sobreprotejas, fomenta su responsabilidad a la hora de afrontar los desafíos diarios de la vida, y permite que participe en la organización de sus rutinas diarias. Despierta en él una actitud positiva ante la vida. De esta forma aprenderá a organizar su vida de forma sana y equilibrada, y se convertirá en un adulto maduro y responsable que experimenta bienestar con las actividades que realiza habitualmente.

En siguientes posts profundizaremos sobre el desarrollo de estas habilidades. Dejo en vuestras manos la tarea de llevar estas claves a la práctica y os invito a reflexionar con esta pregunta: ¿Creéis que se puede aprender a ser emocionalmente inteligente?

Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol, drogas o uso problemático de las Nuevas Tecnologías.

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Rocío Gangoso

Psicóloga y Orientadora Familiar

Servicio de Prevención de Adicciones