Desde su aparición a finales del siglo pasado, el móvil ha traspasado el ámbito profesional especializado, pasando de ser un instrumento elitista, reservado y destinado a personas de alto poder adquisitivo, a ser un instrumento cotidiano, presente en la mayoría de nuestros hogares, necesario e incluso imprescindible para muchas de nuestras actividades laborales, sociales, personales, etc.

Se ha hecho un hueco en nuestras vidas de forma tan rápida y definitiva, que en poco tiempo ha revolucionado nuestra forma de comunicarnos, de relacionarnos, modificando y enriqueciendo nuestras relaciones interpersonales. Hoy en día no concebimos la vida sin él. Su principal atractivo reside en las innumerables posibilidades tecnológicas, de comunicación y de ocio que presenta, que se incrementan cada día debido a los avances tecnológicos.

Los adultos, en la mayoría de los casos, nos adaptamos a estos avances tecnológicos con cierta lentitud y dificultad, todo lo contrario que nuestros hijos, llamados “nativos digitales”, que desde su nacimiento han convivido con las Nuevas Tecnologías, sacándoles el máximo partido, hasta el punto de convertirlas en una parte fundamental de sus vidas y en muchos casos en su seña de identidad, especialmente en la etapa adolescente. Ellos son los que más se benefician del desarrollo tecnológico de estos dispositivos, y de sus múltiples posibilidades, pero también son los más vulnerables frente a los múltiples riesgos asociados a su uso problemático. No podemos negar que el móvil es una excelente herramienta de comunicación, información y entretenimiento, pero su uso inadecuado puede exponer a nuestros hijos a graves riesgos y problemas. La fascinación que les genera, su enorme disponibilidad y la incitación de los medios sociales y de comunicación al consumo pueden generar en nuestros hijos un uso excesivo o inapropiado que puede provocar problemas muy diversos: conflictos familiares, bajo rendimiento escolar, aislamiento social, múltiples peligros asociados al uso de internet, etc.

Por esta razón, desde hace tiempo venimos apostando por la prevención, convencidos de que la mejor manera de evitar un problema es enseñar a nuestros hijos a hacer un uso seguro y responsable de esta herramienta. El papel de la familia es clave en esta tarea de prevención. La familia puede y debe convertirse en un espacio educativo con respecto al uso de estas nuevas tecnologías, ofreciendo un modelo de uso adecuado, favoreciendo el desarrollo de pautas de uso saludables, y trabajando activamente en la prevención de posibles dificultades.

Nuestro objetivo es apoyaros en esta labor, ofreceros información que os permita anticiparos y evitar los posibles riesgos, ir por delante de los problemas y fomentar el uso adecuado, seguro y responsable del móvil. Para ello queremos ofreceros cinco claves que os permitirán prevenir un uso problemático de estos dispositivos:

  1. Los padres debemos tener un conocimiento adecuado del mundo de la telefonía móvil: conocer las funcionalidades de los móviles, los avances tecnológicos, los principales riesgos relacionados asociados a su uso inadecuado, el significado que tienen para nuestros hijos, etc. No permitas que la brecha digital suponga un obstáculo en tu labor de proteger a tus hijos.
  2. La mejor forma de protegerles es elegir adecuadamente el momento en el que nuestros hijos pueden disponer de un móvil. No existe una edad ideal, sino que dependerá siempre de la decisión final de los padres, y esta decisión debe ser tomada en función del nivel de madurez y responsabilidad de los hijos. Puede desarrollarse como un proceso evolutivo, empezando por utilizar un teléfono móvil familiar para situaciones excepcionales como una excursión, una fiesta, etc. Posteriormente podemos ofrecerle un teléfono propio, pero sólo se utilice en determinadas situaciones (para acudir a las actividades extraescolares, cuando sale con amigos,…). Debemos tener claro que no es una obligación de los padres proporcionar un móvil a sus hijos, debe obtenerse en función de la madurez y siempre que haya demostrado ser capaz de usarlo de forma racional y responsable.
  3. Si finalmente hemos decidido que nuestro hijo disponga de un móvil es importante establecer límites claros y consensuados que le protejan de los riesgos relacionados con su mal uso. Es importante que se establezcan normas de uso en cuanto a cuándo puede utilizarse, cómo y durante cuánto tiempo, así como establecer límites en relación a los gastos. Es aconsejable establecer un límite de consumo mensual y hacerles responsables de los gastos que genera su móvil.
  4. Observa el uso que tu hijo hace del móvil. Mantenernos alerta y observar el uso que realizan es sin duda la mejor estrategia preventiva. Indicios como un incremento del tiempo de uso, un gasto excesivo, actitud violenta cuando le pedimos que no lo use, etc., pueden alertarnos de un posible uso problemático.
  5. Sé consciente de que se educa a través de mensajes y límites, pero también a través de nuestro propio modelo. No olvides ser consecuente y dar ejemplo en el uso que realizas de esta herramienta tecnológica.

Antes de terminar recordaros que el móvil no debe convertirse en un instrumento que nos acerque a las personas que tenemos lejos, si nos separa o aísla de las que tenemos cerca. Os invito a la reflexión ¿Creéis que ha enriquecido nuestras relaciones o las ha perjudicado?

Rocío Gangoso

Psicóloga y Orientadora Familiar

Servicio de Prevención de Adicciones