En ocasiones, muchos progenitores o personas adultas de referencia se preguntan cómo reducir el consumo de tecnología en adolescentes y solicitan herramientas para reducir el abuso de las pantallas (internet, redes sociales y/o videojuegos) así como establecer normas y limites respecto a la organización familiar.

Esto ya era una realidad antes de la pandemia, pero a raíz de ella se han normalizado ciertos hábitos nocivos, además de verse aumentado el uso que se hace de las TIC por parte de los/las adolescentes.

En primer lugar, se tiene que tener en cuenta la edad de la persona y el uso que hace de la tecnología. Según indican las publicaciones especializadas en neurodesarrollo, un uso superior de 4 horas diarias implica un abuso, por lo que se debe limitar, para evitar los riesgos de dependencia.  

¿Y cuál es la mejor forma de controlar el tiempo de pantalllas? Hasta los dos años de edad, lo ideal es que no consuman pantallas; a partir de esa edad hasta los seis años, se puede consumir una media hora como máximo al día; desde esa edad hasta la adolescencia podríamos dejarles hasta una hora, pero siempre con un adulto delante; en la adolescencia se podría dejar un uso de hora y media ( aproximadamente hasta los 15 años), siendo sobre los 16 o 17 años cuando podrían consumir dos horas de tecnología pero siempre sabiendo en qué aplicaciones se meten,  debido a que la adolescencia  es un periodo crítico que puede implicar riesgos asociados.

En segundo lugar, es importante conocer y sobre todo supervisar la actividad tecnológica que tienen los y las adolescentes (ya sea en ámbito escolar, social o lúdico). 

En tercer lugar, es necesario que los progenitores den ejemplo, por lo que deben actuar en consecuencia con las directrices marcadas a sus hijos e hijas.

En cuarto lugar, se deben consensuar una serie de normas respecto al uso de las tecnologías en familia (horarios de utilización, así como circunstancias de uso). 

En quinto lugar, otro aspecto importante es que antes de dormir no estén consumiendo tecnología o conectados a las pantallas, lo ideal es que después de cenar se desconecten respecto a ella. El motivo, es que el estar con tecnologías o pantallas puede implicar trastornos del sueño, así como una bajada de su rendimiento escolar, capacidad de atención y concentración entre otras.

En sexto lugar, es prioritario tener un ocio familiar sin pantallas y si puede ser al aire libre.

En séptimo lugar, es importante que los adultos tomen conciencia de su responsabilidad y de la influencia que tienen en los adolescentes, no podemos prohibir a los adolescentes utilizarla sin una justificación coherente explicándole los riesgos que implica su uso.

En octavo lugar deben tener un control parental los progenitores para controlar el uso de los/las menores. 

En noveno lugar los progenitores tienen que conocer aplicaciones como Checky que controlan el tiempo de utilización del móvil.

En décimo lugar es esencial potenciar el deporte y actividades externas alejadas de la tecnología que potencien habilidades personales y sociales en el menor.

En definitiva, los progenitores deben optimizar unos hábitos saludables en familia para que los/las menores adquieran conciencia respecto a su uso, sabiendo que un uso adecuado de la tecnología implica muchos beneficios en diferentes ámbitos tales como: el ámbito académico, social, familiar pero también puede un uso inadecuado promover ciertos riesgos en la salud mental, emocional y física de los menores. 

Isabel Borrego Hernández

Coordinadora de Servicio de Orientación familiar , Servicio PAD