El consumo de alcohol y cannabis es una conducta que entre las personas adolescentes tiende a normalizarse. Aunque la realidad es que  puede generar resultados negativos en el desarrollo madurativo y equilibrio del adolescente, no sólo a corto sino también a largo plazo. 

La familia o adultos, en general, deben de tener una posición al respecto y actuar con coherencia, y constancia para ayudar a neutralizar esta tendencia que cada vez, y por desgracia, está más extendida. 

Con este post se pretende que reflexionemos como familia en la posición que tenemos frente al consumo y valorar cómo actuamos en el día a día: 

  • “Si toda la gente de su edad lo hace”. “Es la edad, luego no lo hará”.
  • “Si consume en el fin de semana no pasa nada, lo malo es entre diario”.
  • “Estudia y en casa se porta bien. No pasa nada porque no es un adicto/a”.
  • ”Por uno no pasa nada”.
  • “Confío en él/ella. Sé lo que hace. ”

Estas y otras frases similares son algunos ejemplos de cómo las personas adultas justifican de manera consciente o inconsciente el consumo de sustancias (tanto de alcohol como de cannabis) en sus adolescentes. 

Desde el Servicio de Prevención de Adicciones, Servicio Pad, señalamos que siempre hay riesgos y daños derivados del consumo, sea de forma esporádica o de fin de semana. No olvidemos, además, que son personas en desarrollo y que su cerebro y otras estructuras de su organismo son vulnerables. 

Algunas de las consecuencias que desencadena el consumo son: 

  • Genera desgana, desmotivación y apatía. 
  • Afecta a la atención, aprendizaje y memoria.
  • Cambios en su estado de humor, mostrando más brusquedad, rebeldía  o incluso  agresividad elevada.
  • Pérdida de reflejos, consciencia, etc.
  • Pueden desencadenar problemas mentales relacionados con la ansiedad, depresión, y esquizofrenia. 
  • Enfermedades broncopulmonares, del hígado, hiperémesis por cannabis: vómitos y dolor abdominal por un consumo prolongado en el tiempo, etc.

En el tema del consumo no podemos situarnos en medias tintas puesto que nuestros hijos/as no saben interpretar adecuadamente tanto por la etapa en la que se encuentran (búsqueda de experiencias, divertirse, tensar los límites,…) como por la inmadurez de sus acciones y pensamientos (no valoran que se ponen en riego) qué es bueno o malo y qué consecuencias tiene el consumo. Por lo tanto, la postura adecuada es transmitir una oposición firme, ya que el consumo nunca es adecuado en población adolescente.

¿Cuáles son las motivaciones para el consumo?

Son varios los motivos que pueden llevar a  una persona a consumir: por el propio disfrute, porque les ayuda a dormir, les relaja, les gusta el sabor, porque creen que no pasa nada malo, cuando les agobia o preocupa una situación y este les ayuda a evadirse por un rato,  porque les hace sentir que pertenecen a un grupo imitando el mismo comportamiento, porque todas sus amistades lo hacen, entre otras cuestiones… Sea por lo que sea, nuestra posición debe ser la misma sin trivializar o infravalorar lo que ocurra.  Es decir, tan importante es que consuma porque su entorno consume (sin valorar otras opciones de ocio y otras amistades) o porque les ayuda a dormir (sin pensar en otras maneras de conciliar el sueño). 

A continuación, os dejamos algunas recomendaciones a tener en cuenta para reafirmar o modificar nuestra visión frente al consumo de sustancias:

  1. Reflexionar como padre/madre sobre lo que pienso sobre el consumo de sustancias. Es importante detenerse y analizar sobre lo que transmitimos y queremos transmitir en este tema.  
  2. Consensuar entre las personas responsables de la educación o progenitores la importancia del consumo. Si es una visión común o no. Cuanto más similar sean las perspectivas más sólido será el mensaje de salud que queremos lanzarles.  
  3. Observar signos y señales de alarma para saber si se están produciendo consumos. 
  4. Si se da una conducta de consumo no podemos mirar para otro lado. Se debe buscar el momento adecuado para hablar de ello y abordarlo de manera calmada y escucharles. Hay un motivo por el que están consumiendo, intentemos comprender cuál es. 
  5. Tener en cuanta que hay otras alternativas al consumo y poder facilitársela. Por ejemplo, si lo hace para relajarse le apoyaremos a buscar otras estrategias o le dirigiremos a una ayuda profesional para ello. 

Seamos conscientes del papel que la familia tiene, no nos detengamos en las barreras u obstáculos sino en las posibilidades y recursos que como padre y madre tenemos. Y si aun así existen dudas…desde el SERVICIO PAD, ¡PODEMOS AYUDARTE! 

Margarita Iniesta Pérez

Psicóloga y Orientadora Familiar del Servicio PAD