Desde el Servicio de Prevención de Adicciones, ServicioPad, como ya adelantamos, estamos haciendo una serie de posts con recomendaciones básicas para familias relacionadas con adolescentes y jóvenes, desescalada y riesgos asociados a conductas adictivas. En el post anterior habíamos hablado de un fenómeno concreto relacionado con el alcohol, el «botellón«, y hoy también seguiremos hablando del alcohol, de un tipo de consumo al que se da, por lo general, poca importancia y con el que se asumen importantes riesgos.

Con la desescalada y la entrada en las nuevas fases retorna la vida social con más o menos control. Hemos visto la tensión que ha generado a toda la población el no poder quedar con las amistades (¡incluso se ha llegado a hacer de forma clandestina!), las restricciones en las salidas a la calle y la perdida de libertad, pero con un especial impacto en la población adolescente o joven.

Sabemos que esto está creando dudas y miedos en las familias por saber cómo sus hijos e hijas reaccionarán a este cambio. ¿Cómo afectará el estrés acumulado y la nueva libertad? ¿Cómo gestionarán  la necesidad de recuperar el tiempo perdido y de volver a vivir como antes la situación real? ¿Este ambiente “festivo” de vuelta a la “normalidad” puede llevarles a iniciar o volver al consumo de alcohol?

En nuestra cultura, el alcohol está totalmente normalizado, se encuentra presente en casi todas las celebraciones y ahora, con el confinamiento,  tras sobrellevar esta situación tan extraña y complicada, ¿serán más vulnerables? ¿Podrían llegar a  asumir más conductas de riesgo de las habituales? ¿Qué pasa con los “permisos” que hemos concedido? Por intentar aliviar su tensión, por no querer negarles siempre todo o porque no le hemos dado la suficiente importancia o porque al ser en casa pensamos que no tiene riesgos… Y de este modo, hemos permitido, aunque fuera de forma excepcional, que se “tomasen algo” mientras charlaban vía telemática con sus amigos o amigas,  o hemos sabido que ha ocurrido a escondidas pero no hemos dicho nada. En definitiva, nos hemos salido de los límites de consumo que antes teníamos.

¿Y qué consecuencias podemos encontrar ahora?

Podemos encontrar descontrol, ganas de celebrar, falta de valoración de los riesgos, que nos pidan seguir con esas “licencias” y saltarse los límites, y que esto sea ahora motivo de conflicto o que den por hecho que asumimos y aceptamos su consumo de alcohol o que tengan y nos vendan una falsa percepción de control, “ya has visto que no bebo nada, que me tomo una”.

Por todo esto, aquí os dejamos algunas recomendaciones para orientaros y ayudaros a afrontar esta situación:

No hay que restarle importancia al consumo de alcohol, tiene importantes riesgos:

– Influye sobre el desarrollo físico, psicológico, personal y social.

– Puede generar intoxicaciones u otros problemas asociados, como multas.

– Puede generar adicción.

– Afecta a la desinhibición y la impulsividad.

Debemos supervisar horarios, actividades y amistades.

Imprescindible hablar del tema:

– Desde la empatía y la calma. Escucha lo que dice, lo que piensa, cómo se siente… sin hacer críticas. Intenta comprender lo que le está pasando, cómo se siente, qué piensa, los miedos que ha sentido sobre todo lo que ha sucedido durante esta pandemia, etc.,  y, sobre todo, deja que se exprese.

– Buscando el momento y el tono adecuado (nunca desde el enfado o cuando está bajo los efectos del alcohol).

– Escuchando y tratando de entender sus  motivaciones, así podrás ayudarle mejor. Es bueno que utilice la comunicación como medio para aliviar su malestar y evitar así que utilice las sustancias como método de evasión.

– Es importante que adaptes tu discurso a la edad, a las circunstancias y al por qué.

– Debes transmitir tu preocupación y desaprobación (al consumo excesivo y al consumo en menores de edad) con afectividad pero con firmeza.

– Cuestiona la asociación de la diversión con el alcohol, como única vía. (“cuando quiera celebrar o divertirme voy a beber”) (“si no bebes no te lo pasas igual de bien”). Hazle ver que existen muchas otras formas de celebración y encontrar otras formas para reunirnos y pasar buenos momentos con los que queremos sin que el alcohol sea el principal motivo.

– Transmítele información veraz, hablando de sus riesgos y desmontando falsos mitos:

  • Por beber pocas cantidades no pasa nada.
  • Si solo es en ocasiones especiales o en fines de semana, no tiene importancia.
  • El alcohol ayuda a relacionarse.
  • La cerveza no es alcohol.
  • Solo son drogas las sustancias ilegales.
  • Todo el mundo bebe.

– Insistir en que es importante que crezcan y se desarrollen, siendo ellos y ellas mismas sin consumir y responsabilizándose de su salud a todos los niveles.

– Transmitir que son capaces de solucionar los problemas, mejorar los estados de ánimo o las relaciones sociales de otra forma y apoyarles para que lo consigan.

– Fomentar otras alternativas de ocio y otras formas y vías de diversión. Es el momento de buscar otras alternativas, desarrollar otros valores, buscar otras amistades, etc. ¡Es un buen momento para el cambio!

– Enséñale a detectar la presión del grupo, a saber decir que no, a planificar cómo van a actuar, qué argumentos escoger, qué otras actividades puede proponer, etc., para evitar el consumo de alcohol.

– Ayúdale a valorarse a sí mismo/a por lo que es, aprender a divertirse, a no perder su autenticidad ni identidad bajo los efectos de nada y a no ponerse en riesgo ahora más que nunca.

 

Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas,  del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
¡Llámanos! 699 480 480

 

Inés González Galnares, Psicóloga Clínica y Responsable del Dpto. de Orientación Familiar, María Casado Fernández, Psicóloga y Orientadora Familiar del CAD de Arganzuela. Paula Almodóvar Sánchez, Psicóloga y Orientadora Familiar del CAD de Tetuán

Servicio Pad