Desde el Servicio de Prevención de Adicciones, ServicioPad, como ya adelantamos haremos una serie de posts con recomendaciones básicas para familias relacionadas con adolescentes y jóvenes y desescalada. Nos vamos a centrar a partir de ahora en los riesgos asociados a las conductas adictivas. Aquí os damos una visión panorámica que iremos desglosando en nuevos posts, a lo largo de varios días.

Conforme se van cumpliendo los plazos previstos por las autoridades sanitarias competentes en relación con la apertura en las restricciones que nos suponía para la ciudadanía la alarma social, nos surgen una serie de dudas sobre la realidad que nos vamos a encontrar a partir de ahora: ¿Cómo puede afectar a la conducta de adolescentes y jóvenes esta recuperación de espacios y libertades? ¿Volverán las rutinas anteriores? ahora que ya pueden salir ¿Volverán los riesgos del consumo? ¿Qué pasa con las tecnologías? ¿Y con el juego? ¿Cómo se vuelve a la normalidad?

Dentro de las diferentes realidades que se han podido constatar en este periodo de cuarentena y aislamiento que ha rondado los dos meses en su periodo más restrictivo, nos hemos encontrado con que el entorno familiar ha sufrido una transformación importante al tener muy limitadas las salidas. En numerosos casos las familias que tenían una gran preocupación por las conductas de riesgo que pudieran estar desarrollando sus adolescentes y jóvenes en los espacios alejados del entorno familiar y la posibilidad de que estuvieran consumiendo o relacionándose con un grupo de iguales que sí lo estuviera haciendo, desapareció. En gran parte porque al permanecer sus hijos e hijas en el domicilio familiar era mucho más fácil su control y la supervisión de actividades. Además, en muchos casos, el tener que compartir un espacio común y mucho tiempo disponible ha favorecido que aumenten las actividades lúdicas, de ocio y la comunicación entre los miembros del entorno familiar, lo que ha aportado tranquilidad. Otro elemento importante que no debemos olvidar es que la preocupación por la salud propia o incluso de otros familiares o personas cercanas y otros problemas organizativos, laborales o económicos, han podido relegar en ciertos casos a un segundo plano otro tipo de preocupaciones más directamente relacionadas con las conductas previas o actuales de adolescentes y jóvenes.

Ahora bien, en cuanto las fases de la desescalada se vayan sucediendo, con lo que implica respecto a una mayor libertad de movimientos y por tanto de poder volver a reunirse con los grupos de iguales y la posibilidad de desarrollar conductas de riesgo, las preocupaciones sobre la existencia de consumos pueden volver a ocupar un primer plano. Esta nueva situación de vuelta a una “normalidad” ampliamente deseada conlleva un nuevo cambio en la convivencia familiar, en las normas a establecer y, por lo tanto, en los roles parentales que se han estado desarrollando hasta el momento y que se implementaron con el necesario ajuste a la situación de alarma sanitaria y confinamiento.

Por otro lado, hay otra realidad que es la que viven aquellos entornos familiares en lo que dadas las condiciones del confinamiento se ha producido un incremento en los usos de las tecnologías y de las pantallas con el fin de llenar esos huecos que habían surgido al tener mucho más tiempo disponible y menos posibilidades de aprovecharlo con una variedad de actividades. Si bien es cierto que el aumento del uso tanto de los videojuegos, como de las conexiones a internet para el visionado de series, videos, películas, actividades de todo tipo, como el incremento del uso de las redes sociales para mantener el vínculo afectivo con familiares y amigos, se encontraba normalizado dentro de una situación de aislamiento físico, al cambiar las circunstancias y las realidades se puede llegar a evidenciar los usos abusivos que pueden quedar de manera residual al intentar volver a una “normalidad” incipiente cuando esas restricciones se van diluyendo poco a poco en cada nueva fase de desescalada que se va alcanzando.

Por último, no olvidamos los riesgos que han podido acarrear el tiempo de confinamiento para la posibilidad de acentuar o de comenzar conductas de riesgo relacionadas con los juegos de azar, dada la facilidad de acceso en sus modalidades online y la disponibilidad de una gran cantidad de tiempo y de pocas actividades alternativas de ocio.

Entonces dada esta realidad, ¿cómo podemos avanzar en las fases de la desescalada como padres y madres? La respuesta no es sencilla y variará mucho según las circunstancias personales de cada entorno familiar y de cómo se hayan resentido en estos meses de confinamiento o como estén afrontando sus adolescentes este nuevo cambio de escenario, con más o menos control.

En cualquier caso os dejamos aquí unas recomendaciones:

  • Sería interesante ir volviendo a retomar esa estructura de convivencia familiar que teníamos previamente y que habíamos relajado en estos meses en cuanto a normas y límites, etc. Hazlo de una manera gradual y explicando que un nuevo momento evolutivo obliga a retomar disciplinas que se habían relajado por la situación de presión y confinamiento.
  • Aprovecha la mejora en la comunicación y fluidez en el diálogo conseguido en el entorno familiar y mantenlo y consérvalo como herramienta esencial dentro del nuevo escenario.
  • Haz un esfuerzo por conciliar espacios de convivencia y entretenimiento compartido entre todos los miembros de la familia y dales continuidad en las nuevas rutinas a establecer.
  • Sé consciente de tu papel como modelo a imitar por tus hijos e hijas.

Ante nosotros se abre un reto lleno de posibilidades emocionante, adelante!, con la confianza y seguridad en nuestras habilidades, lo conseguiremos!

César Gil Ballesteros

Psicólogo y Coordinador del Servicio de Orientación Familiar, Servicio PAD