Una de las habilidades clave para favorecer una buena relación con nuestras hijas e hijos adolescentes es la empatía. Nos referimos a la capacidad para ponernos en el lugar del otro/a, como si camináramos con sus zapatos y pudiéramos mirar las cosas desde su punto de vista. Hablamos de ser sensibles a los sentimientos del otro/a, comprenderlos/as, escuchar, leer sus gestos, hablar cuando es necesario y callar cuando sobran las palabras. Ser capaces de dejar a un lado nuestras propias ideas, opiniones y sentimientos para abrirnos a los de mi hija o hijo. Esto implica abandonar por un momento mi rol de madre/padre y recorrer el camino que me separa de él o ella, lo que no equivale a estar siempre de acuerdo, sino respetar sus opiniones y darles la legitimidad que merecen.

Si no logramos transmitir empatía, ellas y ellos sentirán que sus opiniones no cuentan, que no nos importan sus sentimientos, y puede que sientan incomprensión y soledad. En cambio, si nos esforzamos por saber y comprender cómo piensan y sienten, estaremos caminando hacia una verdadera comunicación, mejorarán nuestras relaciones familiares, nuestra capacidad para resolver conflictos de forma eficaz, así como nuestras estrategias para prevenir conductas de riesgo como las adicciones y potenciar conductas saludables.

El gesto de escuchar y entender el punto de vista de nuestras hijas e hijos se interpreta muchas veces como un signo de permisividad, y pérdida de autoridad, sin darnos cuenta que una postura autoritaria y poco empática genera rechazo y resistencia en ellas y ellos. Si previamente no sienten que se les escucha, comprende y acoge, rechazarán nuestros límites y consejos. Pero si somos capaces de generar un ambiente de comunicación, comprensión, confianza y seguridad, aumentamos la probabilidad de que se genere un clima de diálogo.

La comprensión nace de forma necesaria de una escucha activa, evitando consejos que no nos han pedido, soluciones rápidas que no necesitan, juicios morales que les hagan sentir que les evaluamos y frases hechas que, en lugar de vincularnos, nos alejan de nuestros/as hijos o hijas, y les generan una gran soledad emocional. Estas pautas os ayudarán a desarrollar esta habilidad que tanto puede favorecer una buena relación:

  • Evita los “deberías” y los “lo que tienes que hacer”. Si te limitas a ser un/a padre/madre autoritario/a que sólo pone normas y que no da explicaciones, lo único que conseguirás es que no se sientan entendidas/os y se alejen de ti. A veces, a pesar de que cumplan nuestras normas sin cuestionarlas, no generamos en ellas/os una reflexión que promueva un cambio de actitud, por lo que el cambio en su comportamiento no será duradero.

 

  • Procura ofrecerles comprensión y afecto, de esta manera crearás el ambiente adecuado para que te hablen de cómo se sienten, lo que les preocupa, sus miedos. Si sienten que son tenidos/as en cuenta por su familia, cuando tengan un problema lo hablarán en casa en vez de con otras personas que no forman parte de la familia.

 

  • Crea un ambiente de sincera confianza, en el que sientan que pueden hablar libremente, compartir contigo sussecretos sin que se vean censurados. Valora si desean recibir tus consejos, en lugar de decirles lo que tienen que hacer. Evita juicios morales o sermones que le hagan sentirse juzgada/o y sola/lo.

 

  • Todas/os hemos sido adolescentes. Es importante conectar con nuestras experiencias y analizar cuáles eran nuestros sentimientos, pensamientos, preocupaciones, deseos y miedos. Sin embargo, ¡cuidado! Nuestra experiencia nos puede ayudar, pero si queremos entenderlos tenemos que ver la situación desde sus circunstancias actuales, no desde las nuestras pasadas. No pensemos, por ejemplo, que si en nuestra adolescencia no tuvimos la necesidad de conversar a través de las redes sociales ahora ellos y ellas tampoco deberían tenerla.

 

  • Aún en desacuerdo, respeta sus opiniones y emociones. Sólo puedo contradecirte cuando he comprendido tu posición. Sólo puedo transmitirte que pienso de forma distinta cuando he captado adecuadamente lo que tú piensas. Ofrécele un modelo adecuado de escucha, comprensión y respeto.

 

He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.”

El Principito. Antoine de Saint-Exupéry

Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol, y/u otras drogas o uso problemático de las Nuevas Tecnologías.

¡Llámanos! 699 480 480

Rocío Gangoso

Psicóloga y Orientadora familiar de Servicio PAD