Hoy os vamos a contar la historia de una familia que, bien podría ser la de cualquiera de vosotros, pero que también puede ayudar a otros muchos padres y madres que no saben cómo resolver los conflictos del uso de las pantallas en casa y fomentar actividades de ocio saludable con sus hijos e hijas:

 

«Jorge y Carlos son dos hermanos de 12 y 9 años que viven en Carabanchel con sus padres y su perra Troya. Tienen muchas aficiones, como jugar a los LEGO y hacer construcciones o dibujar, ¡Jorge ya se está atreviendo incluso con el óleo! Y Carlos es un apasionado de las miniaturas: construye con su padre casitas y barcos con maderas, telas y palos de los helados. También les gusta mucho jugar juntos, y hasta diseñaron un scape room durante el confinamiento para toda la familia. Son además buenos cocineros, la especialidad de Jorge son las ‘puntitas’ de los espárragos. Hace no mucho ambos decidieron preparar una cena romántica a sus padres, por aquello de que llevaban mucho tiempo sin salir de casa.

Pasean a Troya por el campo todos los fines de semana, son grandes observadores de la naturaleza que les rodea. Visitan a las golondrinas que bajan a cazar mosquitos en los campos de trigo al final del día y hace muy poco han descubierto una nueva población de tortugas galápago de unos cuatro miembros, ¡están emocionados porque se creían extinguidas!

La pasada primavera sus padres decidieron montar un huerto en la casa de los abuelos y ellos ayudaron cuidándolo y viéndolo crecer. ¡Los tomates salieron increíblemente buenos! Cuando están allí, juegan en la piscina, y por la noche, buscan la luna con el telescopio, o vigilan las estrellas aprendiendo sus nombres y constelaciones.

Como todos los niños de su pandilla, tienen patinete y les encanta ir al skate park del barrio, donde prueban nuevos saltos. También les molan mucho las películas y series, y sobre todo Jorge está deseando el estreno de la próxima temporada de Strangers Things. 

En los últimos años han aprendido a manejar el ordenador que su madre les deja con limitaciones, y componen música o diseñan dibujos 3D.

Pero sobre todas estas cosas, hay una pasión que estos dos hermanos comparten con sus padres: leer. Todos son socios de la biblioteca municipal y devoran libros cada semana desde que eran casi casi unos bebés. La familia entera ha sido premiada en varias ocasiones por el uso que hacen de la biblioteca, y la madre de Jorge y Carlos, que se formó como  Cuentacuentos, ahora cuenta cuentos para el resto de niños y niñas del barrio.

El pasado curso, ambos hermanos se presentaron a un concurso literario organizado por la biblioteca y Jorge ganó el Primer Premio con su relato «Historias del confinamiento con mi perra».

Quizás la larga de lista de actividades, juegos y diversiones con las que cuentan, ha contribuido que Jorge y Carlos no demanden nunca ni el móvil ni la videoconsola que todos sus compañeros tienen en casa desde hace al menos tres años. Es por esto probablemente también, que cuando su tío Jesús les regaló su primera Play 3 (antigua y heredada), sintieron una gran emoción y, al mismo tiempo, una preocupación compartida: Jorge, que es el más mayor, ya ha visto como sus amigos y amigas se pasan las tardes “enchufados” y cómo progresivamente han dejado de hacer todas estas cosas que antes sí hacían como juntos.

A veces, le da vergüenza admitir delante de ellos que, aunque jugar a Fortnite le gusta,  no quiere pasarse todas las tardes jugando a la Play.

En casa han hablado mucho de ello,  y Jorge y Carlos saben que jugar a videojuegos es positivo, que ayuda a desarrollar ciertas habilidades y que son una actividad más, muy divertida y completa, pero también, que si se dejan llevar demasiado, pronto pasarán más horas de sofá y no tendrán tiempo para leer, cocinar, cuidar el huerto, pasear con Troya, inventar scape rooms, escribir, dibujar etc. Es por este motivo que han acordado un «sistema propio del uso de la Nintendo» y han lanzado la propuesta a sus padres que la han acogido con gran orgullo, como no podría ser de otra manera.

El calendario de «Uso de la consola» lo han pegado en la nevera, y cada uno de ellos puede utilizarla a cada dos días, un total de media hora que se controlan mediante la alarma de su reloj.

De esta manera pueden disfrutar de las tecnologías y sus juegos favoritos absorbiendo los beneficios que les da y no pierden demasiado tiempo para poder seguir haciendo todo lo que les gusta.»

 

 

¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Crees que jugar a videojuegos o usar las redes sociales les quita tiempo de otros hobbies a tus hijos o hijas? ¿Hay algo que hacían antes y les gustaba mucho y ya no hacen por falta de tiempo? ¿En qué están empleando ese tiempo?

¿Por qué no probar y hacer como Jose y Carlos? Puede que, si lo comentas en casa, podáis organizar unos horarios y establecer una rutina saludable del uso de los dispositivos.

 

Y si veis que no podéis hacerlo solos o solas, desde Servicio PAD podemos ayudaros! Llamadnos al 699 480 480 o mandadnos un mail a prevenciónadicciones@madrid.es

Elena Tirado Morales

Trabajadora Social del CAD de Vallecas