¿Estoy sobreprotegiendo a mi hijo/a? ¿Le dejo demasiada libertad? ¿Puede desenvolverse solo o sola en las actividades propias de su edad? A veces, las propias emociones no nos dejan ver con claridad dónde está el límite para dejar hacer a nuestros hijos o hijas.

Con el fin último de que en un futuro sean personas adultas seguras, podemos reflexionar sobre dos aspectos importantes: ¿les demuestro afecto y cariño? ¿Puedo ayudarles a recuperar la calma cuando sienten emociones como la rabia, la tristeza o el miedo?

Si quiero que mi hijo o mi hija,  en un futuro sea una persona capaz de resolver sus miedos y sus momentos de tristeza de la mejor manera posible, como padres y madres tendremos que ayudarles a autorregularse durante los primeros años de su vida.

Una de las cosas importantes para ayudarles en esto, es darnos cuenta de que nosotros y nosotras somos un ejemplo constante para nuestros hijos e hijas, y, por ello, es primordial mirarnos para dentro para poder darnos cuenta y reconocer cómo es nuestra particular manera de responder a nuestras propias emociones. Si invertimos en nosotros/as mismos/as y en nuestra propia regulación emocional, a la vez estaremos invirtiendo en ellas y ellos. Cuídate a ti para cuidar de los demás.

Desde el Servicio de Orientación Familiar en ocasiones ayudamos a las familias  a  generar vínculos de seguridad, cariño y confianza con sus hijas e hijos. Aquí os dejamos  algunas ideas:

 

-Mirada incondicional. No condiciones tu amor, cariño o apoyo por su conducta o cosas como sus resultados académicos, quiéreles sin condicionante alguno, no por lo que hacen o dejan de hacer.

Demuéstrales afecto y cariño. No solo con gestos, también con palabras. No dejes de decírselo por el hecho de que creas que ya lo saben.

-Pasa tiempo en su compañía. Solo establecemos vínculos con las personas con las que pasamos tiempo. Busca espacios de calidad para compartir.

-Juega. El juego nos ayuda a acercanos. Diviértete, busca actividades adaptadas a su edad y acércate a sus gustos. Saca el niño o la niña que tienes dentro.

-Muestra tus emociones en su presencia. Exprésalas de manera natural y  háblales  de cómo te sientes.

Acepta y asume tus errores. Todos nos equivocamos en alguna ocasión. Acércales el error como una parte del aprendizaje.

– Aprovecha los momentos. Las comidas y cenas son momentos únicos para comunicarnos, hablar de nosotros y nosotros de nuestras preocupaciones, emociones, ilusiones, proyectos, etc.

 

Resumiendo, dediquemos un espacio para reflexionar sobre qué hacemos y como lo hacemos. Darnos cuenta de cómo es nuestra propia autorregulación emocional nos ayudará a cambiar lo que necesitemos para así poder ayudar a nuestros hijos e hijas, que aunque en ocasiones no somos conscientes, nos miran atentamente.

 

Pilar Coello Sánchez

Psicóloga y Orientadora Familiar Servicio PAD