Nos estamos enfrentando a un panorama difícil debido a la situación de emergencia de Salud Pública causada por la pandemia por la COVID19 en la que estamos inmersos desde hace casi un año. Desde que “la nueva normalidad” llegó a nuestras vidas tras el confinamiento, adolescentes y jóvenes han tenido que aprender a tolerar la frustración  derivada de los cambios que se han impuesto en sus hábitos y costumbres, y a la idea de que ya no pueden hacer lo que hacían antes. No pueden volver a la rutina que conocían y deben enfrentarse a un escenario nuevo en el que las clases son semi presenciales, el contacto con compañeros y compañeras está marcado por el distanciamiento social, muchos de sus eventos y actividades se ven alterados y/o cancelados, sus salidas marcadas por normas estrictas y su entorno social se vé notablemente reducido.

Las familias nos preguntamos, en medio de nuestra propia situación de desgaste emocional, cómo podemos ayudarles a recorrer este camino, favoreciendo que comprendan el por qué de las restricciones,  y supervisando que las cumplan. Nuestra responsabilidad es ayudarles a tomar conciencia de esta nueva realidad con las herramientas más eficaces de las que disponemos: información, empatía, paciencia y afecto. Deben saber que no están solos/as, y tomar conciencia de la importancia de cuidar de su salud física y psicológica. Queremos ofreceros algunas pautas para llevar a cabo esta tarea con nuestro hijo o hija:

  • Ofrécele información. Aunque a veces no preguntan, seguro que tienen dudas. Necesitan saber y entender lo que está ocurriendo a su alrededor. Para abordar sus posibles dudas, miedos o emociones, es importante que compartamos la información en familia, y nos ofrezcamos para responder a sus posibles dudas. Puede que no muestren buena receptividad, en ese caso, ofrécele disponibilidad para hablar en otro momento. Evita que el coronavirus se convierta en monotema familiar. Es importante que haya espacio para otros temas importantes: amistades, aficiones, sexualidad, adicciones…
  • Acepta sus emociones y afectos. Puede que sientan tristeza, ansiedad, aislamiento, decepción, etc., y todo será más fácil si conseguimos que sientan que la familia es un entorno en el que pueden expresar sus miedos, sus frustraciones y sus preocupaciones.A pesar de la incertidumbre, los cambios, la familia sigue siendo un lugar seguro donde refugiarse si lo necesita. Fomentad la escucha activa, a veces es tan importante lo que dice como el cómo lo dice, y su indiferencia no es más que un mecanismo de defensa ante una situación que no sabe afrontar. La estabilidad y confianza que podamos ofrecerle desde casa será fundamental en un momento de tanta inestabilidad.
  • Ofrécele un modelo positivo de responsabilidad.
    • Es una situación nueva para toda la familia, que genera mucha incertidumbre por lo que es probable que todas y todos pasemos por momentos de tristeza, angustia e irritabilidad. Es importante que seamos capaces de identificar nuestras emociones, aceptarlas y expresarlas. Servirá de modelo para que nuestros hijos e hijas puedan hacerlo.
    • Respeta las normas establecidas por las autoridades, puedes no estar totalmente de acuerdo, pero es necesario. Evita las críticas constantes, no favorecen el cumplimiento.
  • Favorece la responsabilidad social y colectiva. A menudo asistimos a la condena del comportamiento de los y las adolescentes en la pandemia. Pero  quizás en lugar de lanzar críticas y de culpabilizar, deberíamos transmitirles la importancia del trabajo cooperativo. Si algo nos ha enseñado esta difícil situación es que hay problemas que no podemos abordar desde una perspectiva individualista. Acabar con esta pandemia no depende únicamente de la esfera sanitaria y/o política. Tampoco podemos responsabilizar solo a la población adulta, infantil o adolescente, sino que salir de esta grave situación es una labor de toda la sociedad, que implica sumar esfuerzos desde todos los ámbitos.
  • Busca el equilibrio entre autoridad, empatía y afecto. No podemos obligar, pero sí concienciar. La etapa adolescente se caracteriza además de su rebeldía natural, por la falta de conciencia de riesgos (“a mí no me va a pasar”). Debemos intentar empatizar, también hemos pasado por esa etapa. Favorecer el diálogo y el razonamiento sin presionar, intentando que entiendan los riesgos sanitarios que esta pandemia tiene para toda la sociedad. “Si tú te saltas las restricciones, nos afecta a todas y todos”.

 

Rocío Gangoso

Psicóloga y Orientadora Familiar del Servicio PAD