Uno de los principales objetivos de la prevención de adicciones es facilitar información a las personas para que conozcan qué son las conductas adictivas, cómo se inician y qué es lo que hace que se mantengan, qué indicadores de riesgo o señales de alarma podemos observar en adolescentes y  jóvenes que puedan ayudarnos a estar atentos o decidir si es necesario intervenir cuanto antes y, cuáles son las pautas que se recomiendan a las personas del entorno juvenil para favorecer la prevención de estas conductas de riesgo. 

Un factor clave en la prevención de las adicciones en adolescentes y jóvenes es su familia. La familia es el contexto más próximo a la persona y un modulador fundamental en el desarrollo, educación y maduración de hijos e hijas. Es importante que tanto los padres como las madres sean conscientes de la capacidad de influencia que tienen tanto por medio sus palabras y como a través de sus actos. Esta influencia afecta a cómo nuestros hijos e hijas van desarrollando su identidad, su autoconcepto, y sus habilidades sociales, entre otras cosas, por medio de diversos factores como son: la observación que hacen sus progenitores/as, de cómo las personas adultas hablamos con ellos/as o sobre ellos/as con terceras personas, de la atención que les prestamos, del tiempo de calidad de compartimos, de las actividades en las que nos embarcamos y compartimos en nuestro tiempo libre, etc. 

Una de las pautas que se pretende transmitir a los familiares de jóvenes desde la prevención de adicciones es la importancia que tiene mostrar y facilitar el acceso a nuestros hijos e hijas a alternativas de ocio saludable. En muchas ocasiones, cuando vemos que adolescentes y jóvenes pasan mucho tiempo conectados a las pantallas (teléfonos móviles, tablets, ordenador, TV…) nos saltan las alarmas y queremos que eso cambie de un momento a otro, por lo que ponemos castigos a nuestros hijos, les quitamos la tecnología por tiempos indefinidos, ponemos normas que algunas veces cumplimos y otras veces no, pero muy pocas veces pensamos en acercarles otras alternativas, fuera del mundo de las pantallas, que puedan incorporar a su tiempo libre. 

Estamos en un momento en el que la tecnología nos invade y, en ocasiones, nos atrapa, y si eso nos ocurre como personas adultas en algunas ocasiones, las personas jóvenes que están en un periodo de maduración y aprendizaje necesitan alguien les guie en su relación con las pantallas y que, además, les muestre y enseñe alternativas “sin pantallas” de relación y ocio que tienen a su alcance y que pueden disfrutar tanto o más que las digitales. Esta tarea tiene que partir de su familia como contexto modelador del joven. La mayoría de las veces que entregamos a nuestros hijos o hijas su primer teléfono no nos tomamos el tiempo necesario para enseñarles cómo se utiliza o para qué, ni les ponemos las normas adecuadas de uso desde el principio. Sin orientación ni explicaciones básicas, esto hace que piensen que el móvil es un recurso comodín que pueden utilizar de forma constante en cualquier situación que les apetezca, ya sea para darle un uso recreativo o como un recurso para gestionar situaciones o dar salida a cualquier tipo de emoción. Esta capacidad de incorporar el uso de pantalla a prácticamente todos los aspectos de du día a día, conlleva que cada vez, pasen más tiempo “en conexión”. 

Por todo ello, como padres y madres sería conveniente que nos implicáramos tanto en acompañar y tutelar esos primeros pasos en el uso de pantallas, como en no dejar de acordar y proponer alternativas de ocio saludable que podemos compartir con nuestros hijos e hijas, práctica de deportes y aficiones que pueden enriquecerles y ampliar sus expectativas para el tiempo libre y también, espacios de relación directa con grupos de jóvenes que les permitan desarrollar habilidades y practicar las relaciones sociales. Todo ello, lo iremos incorporando en la medida de nuestras posibilidades, tanto de forma individual para que él o ella pueda desarrollarse junto con sus iguales, como en propuestas de ocio en familia para seguir compartiendo y desarrollando el valor de comunicación, el afecto y el tiempo pasado con la familia. 

Laura Diez Ruiz

Orientadora familiar del Servicio PAD