Desde el primer momento en el que se anunció por parte de las autoridades político-sanitarias que una nueva ola de la COVID-19 se nos venía encima y el número de contagiados, hospitalizados y fallecidos iba en aumento día a día, los medios de comunicación (televisión, radio, prensa, medios digitales y redes sociales), comenzaron a abrir sus informativos con noticias o imágenes de jóvenes haciendo botellones, fiestas masivas y reuniones en las cuales no se toman las medidas de seguridad aconsejadas (uso de mascarilla, distancia social e higiene de manos). Haciéndoles responsables, en exclusividad, del aumento del número de contagiados y, con ello, de fallecidos.

¿Son los y las jóvenes responsables del aumento de casos de la COVID-19?

Si bien es verdad, que existen jóvenes irresponsables y descerebrados, que se “saltan a la torera” los consejos y recomendaciones  sanitarias,  el porcentaje de éstos es mínimo, despreciable incluso, en comparación con el número total de jóvenes existentes. Tenemos la generación de jóvenes mejor informada, preparada y más responsable de la historia  de nuestro país , por lo que, demonizar a toda la juventud no es de recibo y lo único que consigue es aumentar la ruptura generacional entre jóvenes y adultos.

Adultos trabajando y personas mayores paseando por la calle,  con la mascarilla por debajo de la nariz, transportes públicos donde los pasajeros viajan hacinados, locales y comercios mal ventilados o sin medidas de seguridad, reuniones familiares, celebraciones o entrega de premios donde la presencia de mascarillas y la distancia social brilla por su ausencia y a la que no acude ningún joven ni adolescente, están entre las formas más habituales de propagación del virus.

Es un recurso fácil, cómodo y sale barato responsabilizar a la juventud del aumento de casos por parte de los medios y de los responsables políticos.

¿No será que detrás de esta estigmatización se esconde un problema de falta de conocimientos científicos y sanitarios,  de falta de un plan de prevención y actuación, de desidia y de relajación por parte de nuestros administradores?

Recordemos, asímismo, que, aunque el sistema inmunitario de los y las jóvenes es más potente y efectivo que la de los adultos y personas mayores, la  juventud no es  inmune  al coronavirus y también sufre las consecuencias. Cada vez más jóvenes  se ven afectados e ingresan en las unidades de cuidados intensivos de los centros sanitarios.  Lo saben, son conscientes de los riesgos  y son los primeros en seguir las recomendaciones sanitarias para no contagiarse, siendo un ejemplo de responsabilidad para el resto de la ciudadanía.

Con estas acusaciones es fácilmente entendible que la gran mayoría de los jóvenes se sientan hastiados, molestos y hartos  de esta situación, considerándose más víctimas que responsables de la nueva ola  de la COVID-19.

Dr. Manuel Pérez Moreno