Si te detienes un momento y recuerdas momentos divertidos y entrañables de nuestra infancia, es muy probable que te vengan a la mente situaciones en las que estas jugando con tu familia y amistades: jugando al Parchís con tu abuelo o abuela, al balón, montando en bici, haciendo competiciones con el Scalextric, a la goma o la comba, al veo veo en el coche en los viajes más largos, o haciendo esas esculturas humanas de lo más extrañas jugando al Twister con tus hermanas y hermanos.

Es fundamental buscar espacios dentro de las rutinas familiares en los que, aunque vayan creciendo y ya sean adolescentes y busquen más espacios en su habitación o nos pongan excusas, compartamos espacios lúdico recreativos con nuestros adolescentes. Es mucho más importante de lo que a veces pensamos, pues nos aporta una gran cantidad de beneficios en la armonía de la casa.

Jugar en familia nos aporta:

  • Aprendizaje a través del juego:

Existen muchos juegos educativos que favorecen el desarrollo de destrezas, a través del juego podemos potenciar de forma considerable sus capacidades. Además, mientras juegan, nuestros hijos e hijas también exploran, experimentan, descubren y solucionan problemas y situaciones de forma imaginativa y lúdica. Pueden aprender de nosotros y nosotras , ya que seguimos siendo un referente, pero a medida que van creciendo vamos aprendiendo también de ellas y ellos. Y podemos compartir puntos de vista y la visión sobre las cosas.

  • Se fortalece el vínculo entre progenitores y sus hijas e hijos:

Cualquier actividad que compartamos y disfrutemos con nuestra familia servirá para fortalecer nuestro vínculo y para mejorar nuestras relaciones. Además, a través del juego manifestamos emociones y sentimientos, y se genera una comunicación placentera entre todos los participantes, de manera que nos ayuda a conocernos mejor y a entender los sentimientos de los demás.

  • Se generan endorfinas:

Jugar en familia es divertido y relajante. Nos hace sentir bien, reírnos, disfrutar de un ambiente distendido y mejorar nuestro estado de ánimo. Y todo ello gracias a las endorfinas, las hormonas de la felicidad que el cuerpo segrega ante emociones placenteras.

  • Nos ayuda a descubrir sus habilidades:

Mientras estamos jugando se muestran tal y como son, y la información que nos aportan es realmente valiosa a la hora de detectar sus virtudes, habilidades, aptitudes o limitaciones. Además, jugar en familia nos ayudará a conocer mejor los gustos de todos y a compartirlos.

  • Mejora la autoestima de todos:

Cuando jugamos con nuestros hijos e hijas perciben que son importantes y que tenemos tiempo para dedicárselo en exclusiva y disfrutar junto a ellos y ellas , lo que ayuda a fortalecer su autoestima. Además, durante el juego podemos ayudarles con frases positivas y motivadoras que les animen a superarse o a mejorar, y felicitarles y mostrar orgullo por el resultado obtenido (sea el que sea) y lo bien que han jugado.

  • Nos ayuda a entrenar el control emocional

Es muy importante saber hacer una buena gestión emocional, y el juego nos aporta un momento maravilloso para ello. Ganar o perder, las reacciones emocionales que durante el juego vivimos nos van a dar infinidad de situaciones en las que podemos ver como se comportan y como nos comportamos y aprender de ello.

 

Desde el Servicio de Orientación Familiar del PAD queremos recordar que nuestros hijos e hijas necesitan el cariño y la dedicación de sus madres, padres y familia. Y si a eso sumamos un poquito de creatividad e imaginación por nuestra parte, el resultado será insuperable.

 

María Casado Fernández

Psicóloga y Orientadora Familiar del Servicio PAD