Priorizamos a veces de forma tan desproporcionada las calificaciones en los estudios de nuestros/as hijos/as, vinculándolas a su coeficiente intelectual, que acabamos  relegando o nos negamos a ver otras destacadas y significativas cualidades y destrezas. Les etiquetamos como vagos/as, inútiles, dejados/as, perezosos/as, incapaces y otros epítetos si obtienen un suficiente en vez de un sobresaliente, o un 4 en vez de un 5. Hay progenitores incluso que se disgustan cuando la puntuación baja del sobresaliente. Y si nos descuidamos, las notas escolares pasan a ser la primera preocupación de nuestra vida, y de paso la principal fuente de insatisfacción.

Es como si la capacidad de estudio de nuestra prole nos otorgara socialmente un estatus parental o enriqueciera nuestro ego como padres y madres. Valoramos las calificaciones como la prueba evidente, o la única, de la inteligencia de nuestros/as descendientes. Por supuesto, está la preocupación sobre su futuro, ligado a los estudios, que provoca que pasemos por alto otros talentos que tienen que desarrollar, otras múltiples inteligencias necesarias para transitar, saber desenvolverse y disfrutar de una vida y de unas relaciones plenas, para madurar y  afrontar con habilidad tanto los éxitos como los fracasos.

La capacidad, por ejemplo, de relacionarse de forma emocionalmente equilibrada, sin envidias, críticas, rivalidades, sin sucumbir obnubilados/as por las capacidades de los demás en vez de intentar superarse a sí mismos/as y atender las propias. La capacidad de conocerse a sí mismos/as e identificar y manejar las emociones. Si valoramos y atendemos como padres y madres estos factores podemos hacerles sentir únicos, potenciar cualidades y aptitudes que parecen dormidas pero que están ahí, esperando a que alguien las motive para que afloren.

Reflexionemos y observemos con detenimiento. Tengan la edad que tengan, padres y madres estamos a tiempo de enseñar a nuestros/as hijos/as a sentir que cada quien es un mundo, y que hay muchas inteligencias y talentos diferentes que podemos y debemos cultivar.

Compartimos una charla de la Dra. Rosemarie Allen, docente en la Universidad Estatal Metro, que trabaja apasionadamente para elevar la conciencia de los maestros sobre el impacto que la equidad, los privilegios y el poder pueden tener en el aula.

Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas,  del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
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Laura González

Psicóloga y Orientadora Familiar de Servicio PAD