Unos de los cambios más importantes que acontecen durante la adolescencia, y que suele afectar a la relación con nuestros hijos/as es el tipo de relaciones que establecen con sus iguales. En esta etapa los amigos/as cobran una gran importancia, constituyendo una fuente de actividades compartidas, aficiones, gustos, así como de influencia recíproca y  apoyo mutuo.

Los amigos/as se convierten en personas muy significativas para ellos/as e imprescindibles en sus vidas, con las que quieren pasar la mayor parte de su tiempo y compartir sus confidencias y problemas. Su rol es muy diferente al de los padres y madres, con quienes aprenden nuevas formas de interacción en relaciones más simétricas, donde se comparten preocupaciones, dudas, sentimientos… sin embargo esto no debe suponer una amenaza para la familia. Aunque los padres/madres, solemos observar con recelo el protagonismo que van adquiriendo los amigos/as durante estos años, debemos tener en cuenta el importantísimo papel que cumplen en el desarrollo de nuestros hijos/as.

Tener amistades, es un indicador de un buen equilibrio personal, ya que las relaciones de amistad favorecen un adecuado desarrollo psicológico y social por varios motivos:

  • les permiten aprender y poner en práctica sus habilidades sociales y potenciar la comprensión del punto de vista del otro
  • les ayuda a conocerse a ellos mismos, y les ofrece apoyo emocional ante las dificultades.
  • Encuentra un contexto de comprensión y aceptación, que le proporciona el apoyo y la seguridad que necesita en un periodo de importantes y profundos cambios, en un momento en el que la falta de autoestima y la pobre percepción de habilidades y capacidades pueden afectar de forma drástica su proceso de desarrollo madurativo.

Como padres/madres, debemos comprender el papel crucial que el grupo de amigos/as tiene en el desarrollo y el ajuste psicosocial de nuestros hijos/as y favorecer en la medida de nuestras posibilidades esos lazos de amistad.

Pero ¿qué ocurre cuándo consideramos que esas amistades no suponen una buena influencia? Como adolescente siente una necesidad imperiosa de pertenecer a un grupo de amigos/as y estos/as son todo lo contrario de lo que esperábamos.

Es un tema delicado que debe tratarse con mucho cuidado. Debemos entender que nuestro hijo/a está creando su propia identidad y en ocasiones se rebela contra lo aprendido en casa, aunque eso no significa que tengamos que desligarnos de este tema. Lo ideal será seguir acompañando a nuestros/as hijos/as en el proceso de crear su propia identidad, pero favoreciendo que lo hagan con sentido y no solo para ir en contra de la norma. No podemos escoger los amigos/as que creemos que le convienen, ya que la finalidad a la hora de educarles es prepararles para que sean autónomos, tomen sus propias decisiones, y dirijan sus propias vidas, dándoles la posibilidad de cometer errores como parte necesaria del aprendizaje.

Pero sí podemos ayudarles a aprender qué es la amistad, dándoles la posibilidad de elegir sus propias amistades y evitando que nuestro interés por protegerles acabe generando conflictos y provocando que se distancie cada vez más. Para lograrlo os ofrecemos algunas pautas:

  • Muestra interés por las amistades de tu hijo/a: dile que quieres conocerlos/as e invítalos/as a casa. Entonces podrás crearte una opinión más sólida.
  • Evita juzgarles de forma reiterada o mostrar desprecio. Cuanto más les critiques, más fuerza tendrán sobre tu hijo/a, que lo que está tratando es de buscar su propia identidad. Quiere crecer, independizarse, experimentar, ver y hacer las cosas de modo distinto, y para ello necesita otros grupos. Las críticas hacia sus amigos/as le obligarán a ponerse a la defensiva generando un ambiente de hostilidad, con discusiones y conflictos constantes.
  • Pregúntate a ti mismo por qué no te gustan. Probablemente no te gusten sus conductas (fuma, bebe, no estudia, etc.) y lo que te preocupa es que puedan influir negativamente. En ese caso preocúpate por enseñarle qué conductas son perjudiciales y cuáles no lo son. Estaremos hablando de conductas, no de personas.
  • No pierdas tu rol de padre o madre, para convertirte en un policía que interroga: ¿Dónde has estado y con quién? ¿qué has estado haciendo?… son preguntas con las que intentamos interesarnos por él/ella, pero son preguntas demasiado directas, y puede que se sienta incomodidad y exceso de control. Si es así generarán rechazo, y en la búsqueda de su independencia se distanciará más. Es mejor utilizar preguntas abiertas: ¿Qué tal te ha ido el día?
  • Ofréceles un buen modelo de amistad. Si tus hijos/as observan cómo sus  padres o madres valoran y disfrutande sus amistades, cómo hablan de ellos/as, y cómo se ayudan y apoyan mutuamente, ya habrás recorrido parte del camino.
  • Sobre todo ten paciencia. Puede que lo más efectivo sea estar atentos/as para intervenir cuando sea necesario. Permíteles que se equivoquen para que puedan descubrir qué es lo que realmente desean.
  • Por último, señalar que si la salud o la integridad de tu hijo/a está en riesgo hay que intervenir de forma más directa. En casos extremos las medidas han de ser más extremas.

“No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo”.

                                                            El principito

Y recuerda, si no puedes hacerlo solo o sola, en Servicio PAD, prevenimos y tratamos las adicciones en adolescentes y jóvenes del consumo de alcohol y/u otras drogas,  del uso abusivo de la tecnología o con riesgos o problemas asociados al juego de azar.
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Rocío Gangoso

Psicóloga y Orientadora Familiar del Servicio PAD