La adolescencia constituye una etapa vital que padres y madres solemos afrontar con miedo y cierto rechazo. Es comprensible, ya que no es un período sencillo por los cambios que se producen a nivel biológico, psicológico, social, etc.

Las familias no siempre nos sentimos preparadas para estos nuevos retos. En ocasiones, nos olvidamos que no sólo constituye una etapa de conflictos, sino que, al mismo tiempo, es una etapa de desarrollo llena de oportunidades, en la que nuestros hijos e hijas transitan a la etapa adulta, y en la que las familias debemos convertirnos en su principal fuente de apoyo siempre, pero sobre todo cuando tienen dificultades. Es importante ofrecerles una línea abierta al diálogo y un buen nivel de confianza, de modo que cuando se enfrenten a problemas o dificultades, se sientan seguros/as a la hora de recurrir a sus familias en busca de escucha, apoyo y/o ayuda.

En muchas ocasiones, aunque logremos un buen nivel de comunicación y confianza, tendremos que estar atentos/as a las señales de alarma, que nos permitan detectar si están atravesando por un problema emocional, porque tienen tendencia a no verbalizar lo que sienten y lo que les preocupa. Es importante que aunque no quieran hablar de sus sentimientos o sus preocupaciones, sientan nuestro apoyo incondicional y nuestra ayuda.

Por ello, queremos ofreceros algunas pautas para acercaros a ellos y ellas cuando atraviesan dificultades:

  • Hacerles saber que les queremos: Es importante buscar momentos todos los días para transmitirles que les queremos y apoyamos, que estamos pendientes de ellos y ellas. De esta manera, reforzaremos su autoestima y seguridad. No basta con pensarlo, hay que verbalizarlo.
  • Ofrece tiempo de calidad, pero también cantidad: Necesitan compartir tiempo con nosotras y nosotros, de esa manera les demostramos también que nos importan, que estamos presentes y disponibles para escucharles, apoyarles, ofrecerles ayuda. No utilicemos el concepto “tiempo de calidad” para justificar nuestras ausencias.
  • Haz que se sientan seguros/as: A la hora de hablar con ellos y ellas sobre un problema que les afecta, deben sentir comodidad. Es importante transmitirles nuestro interés y preocupación, que no interpreten el diálogo como una forma de reproche, de castigo, o de invadir su intimidad. Es importante que entiendan que la finalidad es ofrecerles ayuda.
  • Ofréceles una escucha activa y verdadera: En muchas ocasiones nuestro deseo de ayudarles nos lleva a ofrecerle soluciones rápidas que no nos piden o no necesitan, cuando lo único que necesitan es que les escuchemos atentamente. Intentemos mostrar una actitud de empatía, escuchar su punto de vista antes de ofrecerle sugerencias.
  • Refuerza y apoya en todo momento su necesidad de ayuda: Es importante que le muestres tu orgullo por ser capaz de compartir sus sentimientos contigo, hablar de lo que siente y lo que te preocupa o entristece. Hazle saber que aprecias el valor que ha tenido para hablar contigo sobre lo que le ocurre y confiar en que le puedes ayudar.
  • Si tu hijo o hija parece necesitar más ayuda de la que puedes ofrecerle, busca apoyo profesional: Hazle saber que es la mejor ayuda que puedes ofrecerle en ese momento.

 

Rocío Gangoso

Psicóloga y Orientadora Familiar del Servicio PAD