Muchos padres y madres lo vivieron estas pasadas Navidades, cuando sus hijos e hijas, además de pensar en acabar el cole y comenzar las ansiadas vacaciones, estaban como locos por escribir la ‘carta’ a Papá Noel o los Reyes Magos para pedir alguno de sus dispositivos tecnológicos preferidos: un móvil, una tablet o la consola.

Y ante esto, siempre nos surgen las dudas y las preguntas en las familias. Qué edad es la más adecuada para comprar a nuestro hijo o hija el primer móvil es la pregunta que, durante los últimos años, más se escucha en las Aulas de Padres, en las consultas que nos hacen por redes las familias o, simplemente, cuando hablas con amigos sobre menores y pantallas. Y aunque es verdad que dar un número, una ‘edad exacta’, una cifra, daría mucha tranquilidad a padres y madres para orientarse y saber que lo están haciendo bien con sus hijos e hijas en casa, lo cierto es que no hay ni estudios científicos ni profesionales sanitarios que recomienden una edad a partir de la cual los niños puedan usar los dispositivos.

Lo que sí sabemos es cada día este momento se adelanta más (en 2021, la edad media de acceso se sitúa en los 10,9 años, e incluso, a veces, el acceso se produce entre los 5 y 8 años), por tanto, nuestro deber como padres y tutores es saber si tanto nuestros hijos como nosotros estamos preparados para ello.

Cada familia es un mundo, con sus necesidades y con sus capacidades, y más allá de esto, cada niño/a también es diferente. Por lo que solo nosotros, sus progenitores, podremos saber si a cierta edad tendrá la madurez suficiente para adquirir la responsabilidad que supone tener un móvil, y esto no va solo de tecnología, esta madurez y responsabilidad nuestros hijos la demuestran en el día a día con su comportamiento.

De este modo, habrá menores con 9 y 10 años que puedan tener perfectamente un teléfono móvil (¡ojo! No digo un Smartphone de última generación con datos ilimitados…), y otros que con 12 o 13 sean un completo desastre…

Además de esto, la segunda cosa sobre la que tenemos que reflexionar es: ¿estamos preparados nosotros? Es decir, ¿tenemos el tiempo suficiente para adquirir ciertas competencias digitales que nos ayuden a hablar con ellos sobre redes sociales, privacidad, apertura de perfiles? ¿Para acompañarlos en los primeros pasos, supervisarles y prevenir riesgos? ¿Tenemos ese tiempo?

Debemos ser sinceros con nosotros mismos. No podemos dar un móvil a un niño/a con 10 años y a luego a los 16, cuando veamos que se nos ha ido de las manos, pretender sentarnos a hablar y poner límites.

Así que, la decisión de regalar el primer móvil por Navidad sabemos que no debe depender de la edad que tenga ni de la presión social, sino de tanto las necesidades y circunstancias del niño como las de la familia.

Lo más recomendable es que si se decide que tengan un dispositivo a edades tempranas, que este sea sin conexión a internet y de baja gama, y según tengan más edad y, por tanto, más responsabilidad, iremos incorporando tarifa de datos (nunca datos ilimitados) y terminales más avanzados, ya que, aunque en la mayoría de los foros científicos se entiende que el móvil es un facilitador, un soporte, y no el problema que genera conductas adictivas, tenemos que prevenir que nuestros hijos no pasen del ‘uso al abuso’.

Por supuesto, es imprescindible que el menor entienda que, aunque el móvil haya sido ‘un regalo’ por Navidad o por su cumpleaños, el dispositivo no es un juguete, sino una herramienta y como tal, debe tener unas condiciones de uso y límites horarios. Cada familia decidirá qué es lo que más se ajusta a sus necesidades y capacidades del niño o niña: un ‘contrato familiar’, unas normas para el buen uso o la instalación de controles parentales para prevenir el acceso a contenidos para adultos y el uso abusivo del móvil.

En cuanto a las características, lo más recomendable es que sea un móvil sencillo de utilizar y con capacidad para albergar los juegos y aplicaciones que sabemos que más van a utilizar: WhatsApp, Youtube, Instagram oTikTok. Y elijamos el modelo, marca o sistema operativo que elijamos (IOS o Android), debemos asegurarnos de configurar las restricciones u opciones parentales para que nuestros hijos no puedan descargar cualquier app sin nuestro consentimiento ni acceder a contenido inapropiado.

Para que funcione, sabemos que prohibir, censurar o castigar utilizando como recurso el ‘movil’ no es la mejor técnica, sino educar en positivo. Pero para ello también nosotros debemos convertirnos en sus mejores referentes, con y sin tecnología, tratando de adoptar, en la medida de lo posible, las normas saludables que hayamos definido en casa: no utilizar los móviles en la mesa a la hora de las comidas, no usarlo por las noches después de cenar, no cargarlo en la habitación o hacerlo en modo avión, no sacarlo en reuniones familiares o con amigos, etc.

Se trata de adoptar la conversación y el diálogo diario a los nuevos hábitos con la tecnología.

 

‍Laura Cuesta Cano

Comunicación y contenidos digitales de Servicio PAD